Víctor Ferrández Esteve
Licenciado en CC. Políticas y de la Administración y miembro del Consejo Político Local de Izquierda Unida
Víctor Ferrández
Hoy estoy triste, muy triste, no solo por el JUEZ Garzón ni por el golpe a la memoria histórica ni por la alegría de Esperanza Aguirre por el mal de otro ni por el desprestigio internacional de nuestro país por esta sentencia, estoy triste también porque el fascismo de este país ya no solo goza de impunidad por sus crímenes sino que además demuestran que han terminado de recuperar el poder de represaliar a sus opositores. Reconozco que cuando los derechos fundamentales (en este caso los derechos de todos que se intentan restituir por culpa una trama política corrupta que roba dinero de todos VS los de la defensa y demás derivados de las garantías judiciales) siempre hay cabida para la interpretación y el juez o magistrado que decida sobre ello debe buscar la prevalencia de uno sobre el otro. Pero aún en el supuesto de que las escuchas fueran ilegales (lo cual es como mínimo discutible), hasta hoy no existía ni una sola sentencia en España en la que por garantizar el derecho a la defensa se haya condenado al juez. La práctica jurisdiccional en España, es decir, las interpretaciones judiciales de la ley, hasta ahora suponían que si unas escuchas judiciales habían vulnerado el derecho de defensa se anulaban y punto pero nunca se había condenado al juez por ello, es la primera vez. Que casualidad que el condenado sea el único juez que se ha atrevido a enjuiciar al fascismo español y a una de las mayores tramas de corrupción política de la historia de España.
Por otro lado, desde el punto de vista procesal, si la autorización de estas escuchas no hubieran sido legal nunca hubieran sido llevadas a cabo por la policía, es así de sencillo. Y desde el punto de vista material, el Tribunal no ha aceptado pruebas que demostraban que se habían tomado las medidas oportunas para garantizar el derecho a la defensa. En fin, juzguen ustedes mismos.
Esta sentencia, deja paralizada la investigación al fascismo y la dictadura española que mantiene a cientos de asesinos libres y a decenas de miles de muertos olvidados en las cunetas, lo cual otorga una impunidad que vulnera la Declaración Universal de los Derechos Humanos y algún que otro tratado internacional vinculante “sin importancia” como el constituyente de Naciones Unidas (ONU) o la Tribunal Penal Internacional de La Haya. Pero lo que me parece igual de grave, sienta un mal precedente jurisdiccional por el que los jueces se lo pensarán dos veces antes de autorizar unas escuchas a un abogado que por ejemplo, es sospechoso de conjurar con su defendido para asesinar a Rajoy o evadir millones robados de la banca o de dinero público al pueblo, lo cual es poco menos que dejar el Estado de Derecho y la constitución en su conjunto en papel mojado. Lo dicho: un precedente peligroso
En mi opinión, este no ha sido un juicio justo sino arbitrario, por mucho que la sentencia sea de la sala segunda del Tribunal Supremo, es una sentencia cocinada por un sector de la alta clase política y económica que por su ideología fascista ve la justicia como un instrumento y no como un poder democrático, solo tenemos que ver que los siete magistrados de la sala son de la denominada “ala conservadora” sin nombrar el hecho demostrable de que los acusados por esta trama de corrupción “Gürtel” tenían vínculos con los sectores más derechistas del país. Si el precio que hay que pagar por ser opositor al fascismo y a la dictadura en este país es ser condenado por delincuente que lo hagan ya porque ¡nunca nos callarán! Hoy más que nunca, con inhabilitación o sin ella ¡Ánimo y fuerza JUEZ Garzón!
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