El reciente anuncio de que CaixaBank plantea despedir a 8.300 de sus empleados vuelve a demostrar la prepotencia con que la Banca, en general, actúa en España.
Guadalupe Arana López
Secretaria General del Sindicato de Pensionistas de CC.OO. del Vinalopó-Vega Baja
Ahora que se han fusionado con Bankia, para obtener más cuota de mercado y beneficios fiscales, dicen que les sobra personal. Curiosamente ello coincide con la política que todas las entidades siguen con respecto a sus altos directivos: generosos “bonus” por rendimientos (entre ellos estará el conseguir despidos, por ejemplo) y los escandalosos fondos de pensiones que se auto-asignan, por valor de decenas de millones para su retiro dorado.
Y no será porque la Banca no está bien tratada. Cuando obtienen beneficios se los quedan y los reparten, en forma de dividendos, entre sus accionistas. Y, cuando hay pérdidas o, mejor dicho, cuando no ganan lo suficiente, acuden al Estado para que los “salve”. La última crisis bancaria ha supuesto unas ayudas públicas de más de 65.000 millones de euros, de los cuales el propio Banco de España ve difícil recuperar poco más de 15.000 millones. El resto será la contribución que los españoles, que lo estén pasando mal, hacen para que la Banca lo pase bien y sin que ésta pierda nada.
Con respecto al personal, recordemos que, en 2008 el sector tenía 278.301 empleados mientras que, en 2019 eran 181.575 y se calcula que al final de este año serán 158.300. O sea, la Banca está contribuyendo decisivamente al aumento del paro y la crisis en este país, a pesar de las ayudas que recibe.
Y, ligado con este tema, aparece otro que afecta a toda la población y, especialmente a las personas mayores: el creciente número de oficinas bancarias que se cierran y la supresión de cajeros automáticos. Suavemente te van diciendo que todo debes hacerlo por Internet. No te pagan nada por tener dinero. Te cobran hasta por ingresarlo y, cualquier día, hasta por entrar por la puerta. No todo el mundo, en nuestro colectivo de jubilados, sabe manejarse con las nuevas tecnologías y, en muchos casos, tienen que recurrir a familiares o vecinos para que les ayuden en sus trámites. Es un desprecio a la gente que, antaño, buscaban para hacer negocio con ellos. Ahora, que se está dando casi una situación de monopolio en muchos casos, parece que sobramos, quieren nuestra nómina o pensión, pero que no aparezcamos mucho por allí. Y, encima, tienen cada vez menos personal en las pocas oficinas que van quedando. Y, por si faltara algo, con lo de la pandemia te obligan a cita previa para cualquier cosa, que te la dan cuando ellos quieren y, mientras tanto, cuando te acercas allí te toca esperar a la puerta, llueva o truene hasta que te dejan entrar. Es lamentable las colas de las personas, especialmente mayores, en esas condiciones para mayor comodidad de nuestra Banca.
Desde la Federación de Pensionistas de CC.OO. queremos denunciar estas prácticas. Las quejas de las personas mayores son, cada vez, más frecuentes. No se acuerdan de nosotros para nada, excepción hecha de que cuando necesitan ayudas públicas, con nuestros impuestos, las exigen al Estado y, en cambio, ellos poco aportan para facilitar su relación con la sociedad, especialmente con los más vulnerables.
Esperemos que el Estado no haga más el “primo” con ellos y también les exija un mejor comportamiento y atención con toda la población.
Fdo:
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