Cuando era pequeño escuchaba “calle Torrevejenses Ausentes” y no sabía que significaba. Años más tarde lo viví en mis propias carnes y me di cuenta, entonces, lo que realmente implicaba…
Mi historia, como la de muchos torrevejenses ausentes contemporáneos, empieza cuando terminé mis estudios universitarios. Ante la falta de primeras oportunidades que ofrece este país y la crisis económica, me di cuenta de que los jóvenes torrevejenses siguieron dos tendencias mayoritarias. La primera fue hacer las maletas y buscarse un futuro en otros países, donde nos dieran la oportunidad que aquí no nos daban. La segunda fue acercarse al partido político en la alcaldía para mendigar un puesto de trabajo adjudicado a dedo, aportando méritos cuanto menos dudosos. Yo voy a hablarles de la primera.
No voy a escribir sobre lo bien que me lo pasé en el extranjero y lo mucho que eché de menos a Torrevieja y su espejo, voy a hablarles del sentimiento del 90% de españoles que me encontré durante esta etapa. Y es que durante tres años no pude disfrutar de mi familia ni de mis amigos como hubiera querido. Mi hermano pequeño era un niño cuando me fui y ahora es un adolescente, he perdido años que no voy a recuperar y me hubiera gustado vivirlos más intensamente. Mis primeras arrugas en la frente y patas de gallo me las he traído del extranjero debido, probablemente, al estrés de tener que solucionarlo todo sin el más mínimo apoyo. Y es que cuando no tienes absolutamente a nadie, una avería de coche, una lesión deportiva u otros mil pequeños problemas cotidianos, conllevan una dificultad de solución difícil de imaginar.
Yo tuve la suerte de empezar a desempeñar mi profesión desde que aterricé en el extranjero, pero conozco casos que implicaron una superación mucho mayor, por ejemplo, uno de otro torrevejense ausente. Éste empezó trabajando en un almacén de unos grandes supermercados a temperaturas bajo cero. Con mucho esfuerzo y ganas de aprender, ha terminado encontrando un trabajo totalmente relacionado con lo que había estudiado.
Con este artículo no pretendo vanagloriar a los que se buscaron el futuro fuera, mucha gente no lo hizo por circunstancias familiares o simplemente porque no pudo. Sin embargo, creo que he dejado claro a lo largo del texto que, aunque a algunos les guste llamarnos “aventureros”, el calificativo más adecuado es “supervivientes”.
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Ojalá algun dia no tenga que irse la mayoria de universitarios al extranjero a buscarse la vida fuera de Torrevieja.
Ojala no te echen de un trabajo por estar sobrecualificado