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Opinión: Los refugiados sirios o la falsa solidaridad de la Merkel

Refugiados Sirios abandonando en masa Hungría, tras la apertura de fronteras

Refugiados Sirios abandonando en masa Hungría, tras la apertura de fronteras

Fernando Guardiola

Sé que cuando acaben de leer este artículo, muchos me tacharán de indolente y demasiado duro, pero os juro que he sido de las personas que se me han saltado las lágrimas viendo el cuerpo del pequeño Aylan, como si fuera un muñeco ahogado, en una playa del Mediterráneo, un mar que es un “cementerio” de niños sin nombre y mayores sin futuro que se quedaron en él, buscando su “Tierra Prometida”. Me he emocionado viendo como Austriacos y Alemanes recibían a los pobres refugiados sirios con poco menos que “palmas y olivos” para hacerles sentir un calor que el gobierno húngaro, pueblo históricamente nómada, incomprensiblemente les negó y castigó poniendo impedimentos a sus necesidades, hasta el punto de levantar un muro para impedir que pasaran. Pero eso no ha hecho otra cosa que hacerme mantener la cabeza fría e interesarme por saber, no solo el hecho sino la causa por la que millones de personas huyen de un país próspero hace unos años y ahora inmerso en una guerra civil que lleva más de 200.000 muertos en solo cuatro años.
Todo empezó en 2011 cuando comenzaron a realizarse las revoluciones en pos de una mayor democracia en los países islámicos y que denominamos como la “Primavera árabe”. Países como Túnez, Egipto, Libia, etc. vieron cambiar sus regímenes a golpe de manifestaciones violentas y sobre todo del posicionamiento de países como Estados Unidos, Rusia e incluso China. A todo esto en Siria gobernada desde hacía 30 años por Bashar Al-Asad y su padre, fueron atacadas para el derrocamiento de los mismos, sistemáticamente por las fuerzas opositoras apoyadas por EE.UU. Turquía y los países del Golfo Pérsico. Mientras el gobierno era apoyado por Rusia, Líbano y China. Esta guerra sin cuartel financiada desde el exterior por las grandes potencias acabó con un pueblo devastado que obligó a millones de personas al éxodo. Mientras se fue creando el autollamado Estado Islámico, que apoyado en unas leyes primitivas se está encargando de asesinar, ocupar y devastar, personas, cultura y haciendas de todo cuanto ocupa y que tiene su propio territorio instalado en la propia Siria e Irak.
Viene todo esto a cuento porque, no lo olvidemos, los países implicados en uno y otro bando son los mayores productores de armamento militar, y una guerra como esta les viene que ni pintada para “colocar” sus productos.
A todo esto la Merkel, la misma que con su política económica ha dejado en “pelotas” a media Europa, (pregunten a los griegos), de pronto en un ataque propio de una fumadora empedernida de porros, se convierte en adalid en pro de los refugiados sirios, lanzando mensajes a diestro y siniestro a toda Europa y dando las bases en cuanto a cuotas de acogida que le corresponde a cada país.
¿Se olvida la señora Merkel en este reparto de algo o de alguien?. Porqué los países que han ocasionado este tremendo éxodo, impropio de los tiempos que vivimos, no participan con su acogida a los refugiados, ¿Dónde están las cuotas que les corresponden a Estados Unidos, Israel, Líbano, Rusia o China?. ¿ Porqué estas potencia que son las que alimentan y venden el armamento tradicional y químico con que se masacra a mayores, mujeres y niños de Siria no se ponen manos a la obra y paran esta absurda guerra?. Si tuvieron poder para crearla, seguro que lo tienen para pararla. EEUU y Rusia a través de los siglos han quitado y puesto a presidentes, reyes y monigotes a su antojo. ¡¡Paren de una vez esta guerra!! Y dejen volver a la tierra que les vio nacer a esos millones de personas que se dejan el pasado, el presente, el futuro y a veces la vida en su huída. Esa es la llamada que tenemos que hacer.
Es de humanos abrir nuestras puertas, nuestras casas y nuestros corazones a aquellos que huyen del horror, pero es ilógico que lo hagamos en un país donde el paro azota a más de 5.000.000 de personas, donde las ayudas sociales, la educación y la sanidad han perdido muchas de las prestaciones de las que disfrutaba hasta hace unos años. Habla muy bien la señora Merkel desde un púlpito en que su país es la locomotora de Europa, donde el paro es mínimo y donde la riqueza florece. ¿Cómo podemos abrir los brazos en nuestra ciudad a aquellos que nos llegarán con muchas necesidades, y mantenerles durante un tiempo ilimitado (el asunto no es cuestión de tenerlos aquí unas semanas o unos meses), si estamos dejando cada día dormir en cajeros y playas a decenas de personas?, … si tenemos las calles y las puertas de las iglesias y comercios repletos de gentes que piden limosna, … si tenemos asociaciones que tienen que repartir alimentos excedentes de la UE porque la mitad de sus socios no tiene para comer, … si el mayor comedor de la comarca se llama “Alimentos Solidarios” y no dan abasto. No me llamen indolente, mejor realista. Hay que tratar de ser ecuánimes y dar acogida “digna” a esas personas cuyo único “pecado” es que son ciudadanos del mundo, un mundo que nosotros nos estamos cargando, sobre todo poniendo esas cosas tan ilógicas e irracionales llamadas fronteras. Bienvenidos sean los refugiados sirios a nuestro país y a nuestra ciudad, démosles el cariño y la acogida propia de nuestra tierra, pero no olvidemos aquel importante dicho: “No le des el pescado para comer, enséñale a pescar”. Y por supuesto en esa acogida no olvidemos a los que tenemos tan cerca y a veces tan lejos.


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