Objetivo Torrevieja

Miguel de la Cuadra Salcedo, con “sus chicos” de l Ruta Quetzal

Fernando Guardiola

Ayer en un intermedio de las ocupaciones diarias que me preocupan, escuche por la radio que había muerto a los 84 años el periodista y aventurero, Miguel de la Quadra Salcedo. Al parecer tenía problemas de salud desde hacía años, pero mantenía su actividad como director de su última gran iniciativa, la “Ruta Quetzal”, un proyecto de aventuras en el que participan cada año cientos de jóvenes de España y de todos los países de América. A Miguel de la Quadra, muchos jóvenes de la época lo considerábamos, junto al llorado, Félix Rodríguez de la Fuente, nuestros héroes. Ya que nos enseñaron en una incipiente televisión, tanto el amor y la diversidad de la naturaleza, como la realidad por parte de Miguel del mundo. Un mundo que no dudó en recorrer, primero como reportero de información para TVE, en guerras y conflictos varios y después como impulsor, durante muchos años, como hemos dicho anteriormente de la “Ruta Quetzal”, una aventura en que jóvenes de todo el mundo convivían durante meses con otras culturas americanas y por la que han pasado más de 5000 jóvenes de todo el mundo. Precisamente ayer hacía 510 años de que otro descubridor, que miró en la su misma dirección, moría en Valladolid a los 55 años: Cristóbal Colón.
Miguel había nacido en Madrid, aunque siempre aludía a sus orígenes vasco-navarros (era sobrino del gran tenor del Roncal Julián Gayarre). De joven fue deportista de élite. Es célebre la anécdota de que llegó a batir el récord mundial de lanzamiento de jabalina, pero se modificó el reglamento para no tener que homologar su marca, conseguida gracias a una técnica imitada de los lanzadores de barra vasca. Aquellos que hayan sobrepasado la barrera de los 50 años, saben muy bien de que habló cuando insisto en la heroicidad de este gran hombre. También es verdad que no existían las cadenas de televisión que hoy día proliferan, ya que nos teníamos que conformar la “Primera” en blanco y negro hasta 1976 y la 2, entonces la UHF, que emitía solo por la tarde y para verla tenias que adquirir un elevador del tamaño de una caja de zapatos o no lo podías ver. Se nos ha ido uno de los grandes, aunque el ritmo de los tiempos marcados por la velocidad de todo, sentimientos, trabajo, y ocupaciones, pronto harán que se olvide su figura. Todo ello si los gerifaltes de la Tele, no se preocupan en realizar una serie recopilatoria, para que nuestros jóvenes reciban un ejemplo de tesón, caballerosidad y amor a los demás. Descansa en Paz, Miguel, los jóvenes a los que tanto nos enseñaste sabemos que tu obra nunca morirá.

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