Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión
Encarna Hernández Torregrosa
Un Jueves Santo atípico se muestra este año. Adelantando el procesionar las imágenes a causa de la meteorología. Aun así, es Jueves Santo y se apagan las luces, se abren las puertas de la Parroquia y dejar salir a la Cofradía del Cristo Crucificado y María Santísima del Silencio. La plaza sucumbe al silencio de la noche solo roto por el triste sonido de los tambores enlutados que anuncia la muerte de Cristo en la Cruz. La luz del alumbrado público y comercial se va apagando a lo largo del itinerario mientras el silencio lo va inundando todo.
– Caramelos no pidas, que el silencio lo envuelve todo. Todo es silencio. Capa roja de sangre. Con la capa te abres ante el toro del tiempo cuando pasa la noche más triste, con sus tramos de nazarenos en silencio
No hay estrellas en el cielo de luces apagadas cuando aparece Ntra. Sra. de la Piedad. Cofradía de penitencia. Aquí, son otros silencios, es todo como una larga madrugada de expiación. Entre túnicas de nazarenos, la Madre sostiene en sus brazos al Hijo ya muerto.
Allí a los pies del Cristo que expiró se unen las plegarias de aquellos que ausentes de la de Semana Santa, mantienen su silencio junto a los cipreses del cementerio. Lugar donde entre el silencio cantan los altos pájaros, hay manos amorosas que avanzan hacia una tumba querida y conocida, con unas flores. Claveles rojos del monte del Crucificado, flores de la Piedad, humildes ramos que son colocadas por los más amorosos floristas: los hijos de los que ya no están, y llegan a esta carrera oficial del recuerdo y la memoria. Silencio. Aquellos que se fueron, en los balcones del cielo, siguen asistiendo a esta procesión del Silencio.
-“Silencio, pueblo cristiano”
A la Convocatoria le sigue el Cristo Crucificado y María Santísima del Silencio, para encontrarse, ante el más puro de los “silencios” frente a la parroquia, casa de todos, con su Madre de la Piedad.
Y como la mejor representación de las cofradías en el camino más silencioso, en la Ciudad que Nunca Murió y que sigue guardando el recuerdo de los que nos precedieron, se oye… el Silencio. Un Silencio que se ve.
En un mundo que silencia a Dios, Torrevieja oye su Silencio, cuando lo ve avanzar unido a su Cruz. Y es que el Cristo del Silencio escribe derecho con los renglones torcidos de Dios. En este Jueves Santo, se escucha atronador un silencio de mármol, cuando la voz del capataz resuena por calles y balcones. Y en esta noche que ya muere como ha muerto el Señor, como va muriendo la propia Semana Santa, en la ciudad salinera, que se pone de luto, seguirá proclamando: “Turris Fortissima Nomen Domini”: “La Torre Más Fuerte es el Nombre del Señor”… al que en Torrevieja llamamos Cristo Salinero.
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