Conchita Moreno Alonso
Hace algún tiempo escribí sobre este mismo tema. No es mi intención repetirme. Simplemente deseo decir que el citado Taller es una importante actividad cultural que se imparte en el Centro Cultural Virgen del Carmen, en lunes alternos. Llevo algún tiempo asistiendo. Se aprende y se mejora la escritura de quienes tenemos esa afición. Se consiguen objetivos, se escucha lo que otros escriben. Se comparten experiencias y hay muy buen ambiente. En nuestros ejercicios quincenales algunos quedan bastante bien. Personalmente me permito transcribir un micro-relato que creo quedó medio bien. En él se citan las dos ciudades donde he vivido: Nuestra vecina Orihuela y nuestra querida Torrevieja. Estos son mis dos pueblos.
LUGARES DÓNDE SE HA VIVIDO.
Ir a mi pueblo de vez en cuando suele ser bastante gratificante para mí.
“En esta soleada mañana de invierno camino lentamente, saboreando la contemplación de este tranquilo lugar que fue el escenario de mi infancia y juventud. Es un pueblo lleno de historia, con calles estrechas y recoletas. Voy despacio, mirando sus casas señoriales, el Palacio Episcopal, sus iglesias, la Catedral.
El tañer de alguna campana es un sonido habitual en esta ciudad llena de campanarios. Me detengo a escuchar.
Al sonar las diez en el reloj de la Catedral, penetro en el templo para escuchar la Misa Mayor.
En el autobús de vuelta al pueblo dónde ahora vivo, recuerdo que dejé muy joven Orihuela para vivir en Torrevieja. Y me gustó, me gustó mucho. Era un lugar acogedor en sus calles y en sus gentes. Hace ya muchos años de eso. En la actualidad ya es otra cosa, pero por mucho que haya cambiado aquel idílico lugar nadie puede arrebatarme la belleza de su mar.
Fue un gran contraste el cambio, pero un contraste muy beneficioso para mí.
Pero hubo, y sin duda aún la hay una nostalgia por algo que, según se mire puede parecer extraño.
Nostalgia por las campanas.
En Orihuela hay muchas iglesias. Allí el tañer de campanas es algo que forma parte del ambiente de la ciudad.
En Torrevieja, rara vez se escuchan estos hermosos sonidos que acompañaron mi infancia.
Siempre eché de menos el tañer de campanas, llamando a misa por la mañana, o rompiendo el silencio en la tarde”
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