Fernando Guardiola
El pasado jueves, como cada último de mes, se celebró el pleno habitual. Pero “habitual” en todo, en las malas formas, en el poco entendimiento e incomprensión de nuestros dirigentes, mala baba, caras desencajadas por la tensión, amenazas, desplantes, … algo que viene siendo el pan nuestro de cada sesión plenaria.Se ha entendido la política de una ciudad como la nuestra como un enfrentamiento entre partidos, y más que en procurar hacer ofertas o estimarlas de uno y otro lado, intentando dar la prosperidad pérdida y soluciones a nuestro entorno, se pierden tres horas en discusiones, dimes y diretes. A veces lo de menos ya es lo que se trata, es en la forma que se hace. No es menester abundar más en ello, todos lo saben. Los ciudadanos piden un estilo más coherente, donde todas las voces se oigan y no se silencien a prior del encono del gestor de un partido o el rencor. De pena que solo una veintena de personas acudieran a un pleno, como el pasado jueves, donde el “mal rollo” se palpa desde el minuto uno.
No voy a comentar nada de lo que se acordó el viernes, porque para más inri, fue uno de esos plenos” light” , unas medallas y una discusión sobre un elevador de féretros que con una firma estaría resuelto. De pena.
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