El hostelero Fernando Sala, secuestrado y golpeado en su casa junto a su esposa, reclama más seguridad en la ciudad salinera
FRANCISCO REYES | DIARIO “LA VERDAD”.
Ayer se cumplió una semana del secuestro y apaleamiento, en su propia casa del centro de la ciudad, de uno de los más conocidos matrimonios de Torrevieja, pertenecientes a una de las familias con más larga tradición en el sector hostelero de la localidad salinera. Tras sufrir todo tipo de vejaciones durante las cinco horas que permanecieron retenidos. En ese tiempo fueron torturados y sufrieron numerosas heridas por las que tuvieron que ser atendidos en el Hospital de Torrevieja. Una vez fuera del centro sanitario han decidido que la única manera que tienen para pasar página es volver precisamente a su actividad diaria al frente de su restaurante. Fernándo Sala revivió ayer en su memoria todo lo sucedido en la madrugada del pasado jueves 27. Según le contó ayer al diario “La verdad”, «No fue ni normal ni humano que nos hicieran pasar por esto por cuatro joyas y un poco de dinero que no merece la pena». El empresario señala como uno de los momentos más críticos de lo ocurrido, cuando accedió a su casa y descubrir que esposa ya estaba atada y amordazada. «Sin ni siquiera preguntarme nada me tiraron al suelo de un empujón y me golpearon la cabeza contra el suelo una y otra vez», relata, y cuando quiso levantarse «uno de los dos delincuentes, que tenían la cabeza cubierta y llevaban guantes, se cayó para atrás por la escalera. Me puse a gritar, pero en seguida me metieron una mano en la boca y yo la mordí. Fue entonces cuando empecé a recibir golpes con la culata de un revolver, y a partir de ahí estuve sangrando casi cuatro horas».
El empresario no puede reprimir su emoción al relatar lo sucedido e incluso piensa que en ese preciso momento pensó «que eran los últimos minutos de mi vida». Reconoce que hubo otros instantes en los que también temieron por su vida, así como la sensación de impotencia, «porque yo les dije la verdad, que casi no tenía nada en casa e incluso les puse facilidades para que se llevaran lo que quisieran y nos dejaran en paz, pero no se lo creían y me seguían dando golpes y causándome heridas». Una de las más importantes fue la rotura del tabique nasal, por lo que ha tenido que ser operado, pero también le ocasionaron brechas en la cabeza. Fernando Sala, que ha superado dos infartos y está operado de corazón, llegó a sentir como le sobrevenía otro ataque, pero uno de los dos atracadores colaboró con él y le dio una de las pastillas que frenan el infarto.
A fuerza de pensar una y otra vez en la angustiosa noche, el empresario confiesa que tiene «mucho dolor», porque una vecina alertó a la Policía Local escuchando algunos gritos y creyendo que era una riña del matrimonio, «pero nosotros casi nunca discutimos».
Los agentes acudieron hasta la puerta de la casa, pero al comprobar una aparente normalidad se marcharon, «y por eso creo que la policía debería haberse preocupado un poco más, porque la vecina estaba viendo que las persianas de mi casa estaban cerradas y nunca las cerramos, y porque esta mujer no llegó a estar tranquila en toda la noche». El hostelero víctima del secuestro está convencido que con una comprobación más exhaustiva de la policía «nos hubiera ahorrado algunas horas de tortura».
Otro de los momentos de tensión se produjo cuando la caja fuerte se bloqueó al equivocar la combinación. «Uno de los dos estaba muy nervioso y yo no acertaba a decirles como se podía desbloquear y entonces me pegaban más y me apretaban el cuello con cinta adhesiva, amenazándome con el revólver en la mano». Fue entonces cuando decidieron arrancar la caja de cuajo y aunque intentaron cargarla en uno de los dos coches que estaban aparcados en el jardín, «finalmente no pudieron arrancar el Mercedes grande porque tenía la batería descargada».
Dentro del espeluznante relato, Fernando piensa que hubo un momento en el que ya creyeron que les decía la verdad, «y fue entonces cuando les pedí que se fueran ya, y se marcharon». Tras permanecer unos minutos en silencio como les habían solicitado, llegó el momento de que el matrimonio pidiera socorro a los vecinos. Cuenta cómo los dos en el suelo y él tragándose la sangre, «con mucho esfuerzo logramos ponernos en pie, ayudándonos los dos, espalda con espalda, y a cabezazos pudimos abrir un cristal y levantar la persiana para pedir ayuda».
Esta horrible experiencia les hace pensar que Torrevieja «está insegura» y creen que sería necesaria la instalación de cámaras de videovigilancia en las principales calles de la ciudad. Fernando desea «que esto pueda servir para reforzar la seguridad, porque Torrevieja no puede dar esta imagen». Igualmente cree necesario que «los turistas y visitantes puedan tener garantizada su comodidad y puedan sentirse seguros aquí». Todo les parece poco para que una situación como la que por suerte pueden contar, no suceda nunca más.
Descubre más desde Objetivo Torrevieja
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Filed under: Actualidad |
a esos policías “tan eficientes”, ¿se les va a pedir alguna responsabilidad?