“Un caballero” así te definió tu buen amigo José Luis Arnal, y somos muchos los que así te vemos: “todo un caballero”.
Recuerdo que hace años, el primer encuentro que tuve contigo, fue en una de tus clases (yo asistía de observadora tomando notas para el reportaje sobre el teatro en Torrevieja) allí hablamos (tú más que yo) de esa pasión que para ti es el teatro. Fue a partir de ahí, cuando se creo una amistad que nos llevaría a compartir conversaciones muy jugosas sobre la cultura y el arte. Más tarde hubieron intervenciones tuyas con Ars Creatio, pero siempre guardaré en el recuerdo el mes de mayo del pasado año y la Gala sobre las Culturas del Mediterráneo. Teniendo a Yeyu como cómplice, logramos sorprenderte con el reconocimiento a tu extensa labor como actor y “maestro” de maestros, ¡que magnifico momento!.
En la historia del teatro en nuestra ciudad quedarán tus movimientos, frases, pensamientos…, en fin, ese antagonista de la realidad que fuiste. En una entorno idílico (algo que no es la vida) tú eres el Teseo de Fedra; el Segismundo de La vida es sueño o Fernando el Católico junto a Colon. Esa era tú realidad. Ha sido fácil enamorarse del Raúl actor, que con sutil familiaridad, mostró en cada uno de sus papeles la mimetización con el personaje que interpretaba. Como cuando interpretaste al Cardenal Cisneros, en Juana la Loca; Abel, en Bajarse al Moro; Cristo, en el Auto del Descendimiento; incluso Bernarda en la Casa de Bernarda Alba. Por todo ello recibiste el Premio Nacional de Teatro “Ciudad de Reinosa” al mejor Actor Protagonista. Esto no fue pretexto para actuaciones mediocres y olvidables. No, tú siempre entregaste en cada cuadro ese compromiso y fascinación con la actuación. Por ello cuando la prensa dijo: “Torrevieja esta de luto por Raúl Ferrández” envían el mensaje erróneo.
Raúl, supiste vivir con gran intensidad el teatro sin olvidar a tu gente. En sentido literal, siempre serás puro Torrevieja. Querer de esa forma es fácil. Aunque ese profundo amor tenía un precio: lo tortuoso de actuar, porque en ello se imprime belleza. Sí, es hermoso y lo quisiste así. Sin querer trataste de ser grande, y eso, sin duda es lo que has logrado. En mi memoria permanecen las imágenes del actor más ingenioso que me ha tocado ver. Recordaré tus brillantes gestos, tu voz tan peculiar, las interpretaciones, como te apoderabas de la piel de un extraño y la presentabas como tuya. Sí, me quedo, con esa nostalgia extraña que te lleva a sentir que conoces a alguien y a la vez, no lo conoces. Trascenderá tu obra, tu trabajo quedará con nosotros, pero no bastará. Siempre estará en mi mente la posibilidad de un nuevo encuentro. Tu marcha llega como el titular de una gran tragedia, que deja una pérdida para la escena y el teatro de Torrevieja.
Aun así, lo siento, no puedo decirte adiós.
Posdata: Hasta que nos volvamos a ver
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