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Retrato de un enamoramiento

torreviejaEncarna Hernández Torregrosaencarna

La noticia esta semana estaba en esos los datos facilitados por el sector hotelero local, donde se hablaba de la ocupación hotelera durante el puente de agosto que rozaba el 100 %. Incluso durante la primera quincena se ha situado en un 89 % de media.
Meditemos por un segundo sobre la piedra filosofal de esa idea que habla de una Torrevieja que enamoran. Por cierto que la ventaja de estos amores con las ciudades es que pueden ser polígamos o poliándricos, o lo que sea. Quiero decir que nos podemos enamorar de muchas. Yo por ejemplo, estoy enamorado de 20 ó 30, no las he contado con exactitud, pero este donjuanismo turístico tiene matices.
Bien, presos de ese romanticismo, la frase del poeta novelista mexicano Amado Nervo, nos da idea de donde dirigir ese amor: “Ama como puedas, ama a quien puedas, ama todo lo que puedas. Y no te preocupes de la finalidad de tu amor”
Quizás resulte extraño que se hable de un amor dirigido a las ciudades o rincones paisajísticos, aunque a la hora de hablar de enamoramientos, ¿Por qué no extender ese sentimiento al lugar con el que sueñas o en el que vives? hacer una declaración de amor a nuestra ciudad, es hacerla a nuestros orígenes y por tanto, a nuestras raíces. Puede parecer una sensiblería exagerada para algunos, cuando en realidad se trata de un signo de afecto hacia ese lugar.

Creo que hay ciudades que enamoran, no se sabe por qué, pero es un sentimiento que une a un lugar concreto. Y no exagero cuando digo que son muy numerosas las personas que ven a Torrevieja como una de ellas. Y como cualquier enamorado, podría, sin temblarme la voz, nombrar cada palmo de la ciudad al son de una Habanera, aterciopelando las palabras, compartiendo con aquellos que han nacido en otras ciudades, la misma sangre salada, sin importar la cuna. Ellos han perdido igualmente la cabeza por el sol y la brisa fresca que trae el viento de Levante. Enamorado sí, y correspondido. Y así descubrir a la amante más apasionada, la que mira el mar y que nos regala los suspiros más ardientes.

Con las ciudades pasa como con la pareja: las hay para toda la vida, las que entusiasman o te aburren, con las que te equivocas, de otras te olvidas y están las que te enfadan y las dejas. Y hay ciudades de las que te vas y te alejas…, pero sabes que volverás porque te marcaron para siempre. Torrevieja es así. Por eso el torrevejense es aquel que enamorado de su tierra vive donde le da la gana o donde puede, pero sabe que su espíritu está siempre presente en el cielo de Torrevieja, que se halla en el reducido espacio comprendido entre Cala Cervera y Ferris, y que a veces confundimos con la eternidad.
Por eso los poetas (que son grandes amantes) nunca se olvidan de su viejo amor, que está idealizado en las estrofas de las habaneras. Dicen que la suerte de la fea la bonita la desea. Puede que pase también con la suerte de las ciudades. Aunque estos amores no se fundamentan en la belleza, sino en el encanto. Y eso lo saben los hoteles que quieren abrir para ese turismo de calidad. Y es que, se sabe lo que puede cautivar el encanto de la tierra. Tanto es así que desde tiempos de los fenicios, muchos sintieron ese flechazo, que no es un dardo de Cupido, sino un soplo de levante que estremece, un aire fresco de libertad en esta tierra. Así es Torrevieja. Ciudad en la que se reúnen forasteros por los siglos de los siglos, hasta creerse torrevejenses, sin darse cuenta de que sólo son… amantes de la ciudad que les acoge


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