No solo el 8 de marzo debería ser el momento del reconocimiento social a la mujer por su aportación dentro del seno familiar, en el trabajo, la cultura, la ciencia y por que no, en el mundo de la política actual.
La mujer está cada vez más presente en la vida económica, social, política…, y su papel no deja de evolucionar. Son muchas las que a lo largo de la historia nos han ayudado a llegar hasta aquí, y hay muchas que cada día luchan por conseguir un mundo equitativo en el que ya no sea necesario celebrar un “día de la mujer” pero hoy por hoy debemos seguir avanzando, ya que tenemos un papel importantísimo en esta “revolución silenciosa” que está cambiando el mundo.
Queda una dura labor por delante para que todos seamos reconocidos como seres humanos, con nuestras diferencias y semejanzas. El 8 de marzo una vez más celebraremos el Día de la Mujer, buen momento para recordar que la formación, unida a la información elimina barreras. No están lejos esos días (a mediados del siglo veinte) cuando en España, la mujer arrastraba el lastre de tener el papel de engendrar hijos y ser la que estaba en casa. Aun con los cambios realizados falta mucho por hacer y no sólo por parte de las mujeres, los hombres tienen aquí un importante papel. Sin duda igualar el número de personas preparadas ayuda a igualar las oportunidades. Vemos como en los países de nuestro entorno las transformaciones económicas y sociales para la mujer viene protagonizando una revolución silenciosa, desencadenando, sin provocar ninguna convulsión, lo que se considera uno de los mayores cambios de las últimas décadas. Cuando el mercado de trabajo es cada día más precario, las mujeres españolas siguen necesitando trabajar 80 días más que un hombre para cobrar lo mismo al año. Si están en paro perciben una prestación inferior y lo mismo ocurre con sus pensiones. Aunque se rompa la barrera del sexo, tropezamos con la diferencia de ingresos. No existen barreras formales, pero existe un “techo de cristal” que impide a la mujer, de manera generalizada, que progrese en ocupaciones de mayor rango.
Sin ir más lejos en nuestra ciudad hay profesionales como conductoras de autobuses o ambulancias, vigilantes jurados, técnicos superior en electricidad, informáticas, policías, etc., trabajos en los que la mujer es una recién llegada. Las voces de grandes profesionales y estudiosos, manifiestan, que si se hiciera un mejor uso del capital humano femenino en el mundo, aumentaría el crecimiento económico, disminuiría el número de personas en situación de pobreza y mejoraría la actuación empresarial y la innovación. Es lamentable desaprovechar éste enriquecimiento en los distintos campos. No deberíamos olvidar que la educación en la igualdad permite el desarrollo como personas libres para sentir, pensar y actuar por nosotras mismas sin sometimientos. Por todo ello a todas vosotras… a todas nosotras ¡¡FELIZ DÍA!!
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