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Retrato: “Estoy al final”

Paseando por la ciudad, he creído conveniente no terminar el verano sin referirme a un hecho concreto: el aumento de visitantes.

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En Torrevieja durante estos meses, se ha alcanzado una ocupación media del 95%, una mejora notable en comparación con años pasados. Esto sólo significa una cosa. Torrevieja proporciona al visitante aquello que demanda: Buen clima, playas y algo fundamental, una sincera cordialidad. Pero en verano existe otro fenómeno que todos conocemos, aunque se habla poco de él: Las colas (con perdón)
-¿Cómo sería un verano sin ellas?
Yo las conocí, claro está, en mi visita a una entidad bancaria, pero las pueden encontrar en cualquier lugar. Hasta ese momento apenas sabía nada de ellas y ha llamado tanto mi atención, que he adquirido cierto grado de conocimiento sobre el tema.
1º) Se logra una gran paciencia. Esto me ocurrió en el supermercado: Dos personas comienzan a hablar de lo maravillosa que es “su” ciudad que a diferencia de ésta nuestra, es limpia y cómoda, mientras que éste “pueblo” ¡mira bonita! esta muy abandonadito, con tanto edificio… y sino la playa, con tanta gente y esas hojas en el mar… ¡dan un asco!
2º) Se obtienen nociones de idiomas: polaco, ingles, ruso o argelino; amén del conocimiento de algunas palabras mal sonantes que no pensaba que estaban en el diccionario y mucho menos que la supiera un niño a su madre.
3º) Se consigue información sobre la bolsa (la de la compra): El precio del pollo, el pescado o los productos de farmacéuticos, están siempre más barato en Madrid o Bilbao. Y todo ello sin moverte ni un ápice del sitio que ocupas en la cola.
Aunque para ser un experto, es necesario superar alguna que otra prueba, me explico:
Los expertos en hacer cola, advierten que si vas a un comercio y te atienden rápido, eso no es bueno, es más, sería una temeridad entrar. Lo primero, la calidad de los productos puede ser extraordinario, pero los precios son prohibitivos. Por otro lado en un todo a 100 (perdón a un euro) es otra cosa, entonces no lo pienses ¡entra! no importa los empujones.
Una recomendación, observa a esos expertos. Ellos saben como va ese juego. Pero a poco que nos fijemos, veremos que la gente va rotando. De la cola del pan, a la carnicería, la parada del bus, pasando por el sellado de la primitiva… y vuelta a empezar. Así el verano sale por cuatro duros (euros).
Sin embargo existen los licenciados en hacer cola. Estos aparecen cuando algo es gratis: Un bocadillo, un libro, un abanico, un bolígrafo; aunque lleve las siglas de P.P. no importa ser de otro partido ¡Lo gratis es gratis!
-Sí, aun tengo mucho que aprender, voy a esperar a escuchar aquello de: ¡eh! Los últimos, pasen por aquí. Así se cumpliría el dicho “Los últimos serán los primeros” ese día procuraré estar al final


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