Objetivo Torrevieja

Desde siempre me ha fascinado la mirada de la gente y en especial la de los abuelos, lo mucho que nos dicen esos ojos que tienen la cátedra de la vida ganada. Realmente esta sabiduría, no se enseña en ningún centro educativo. Uno tiene que haberlo vivido con anterioridad.

Encarna Hernández Torregrosa

El 1 de octubre es el día Internacional de las Personas Mayores. El envejecimiento está en el ciclo de la vida, si añadimos el constante aumento de la longevidad en todo el mundo, este representa las mayores transformaciones sociales, económicas y políticas de nuestra época. Todos somos responsables de la inserción de las personas de edad en la sociedad, ya sea garantizando los recursos sanitarios, servicios sociales o proporcionando un nivel mínimo de protección social. La longevidad es un logro de la salud pública y no debería representar una carga social o económica. Actualmente existen 810 millones de personas mayores en el mundo, la mayoría de ellas viven en países en desarrollo. En 2050, esta cifra aumentará a dos mil millones de personas, lo que nos exige un nivel justo y suficiente de protección social. Las casas para octogenarios deberían ser -como tantas veces ha dicho el Papa Francisco- “los pulmones de humanidad en un país, en un barrio, en una parroquia; deberían ser los santuarios de comprensión donde el viejo y el débil es cuidado y protegido como un hermano o hermana mayor”.
Debemos superar los escollos para conseguir que la población esté protegida y envejezca de forma saludable. Pero somos una generación de palabrería fácil y de nulas acciones, sobre todo a la hora de construir (por amor) una sociedad para todas las edades. Tengamos en cuenta que está ocurriendo en todo el mundo una revolución demográfica. El planeta, por tanto, saldrá beneficiado si hacemos efectivo el potencial de las personas de edad que hagan su contribución al proceso de desarrollo creando sociedades más lúcidas, pacíficas y responsables.
Si hay algo que he aprendido es a saber mirar y ver, ya que si uno va por la vida con mirada auténtica, siempre hace buenos amigos, en ese gran camino donde las fuerzas se agotan, pero la mirada es más esperanzadora, la visión más libre, clara, y a la vez serena. Quién no entiende esa mirada de un abuelo, tampoco comprenderá una intensa explicación, por muchas titulaciones académicas que posea. Somos así de necios. La necedad, ya predijo el político romano Cicerón, era “la madre de todos los males”, y hoy se encuentra hasta en los más recónditos lugares. En consecuencia, creo que este año, en el Día Internacional de las Personas Mayores (1 de octubre), se podría impulsar como eslogan “una nueva fuerza para el desarrollo”.
Más de una vez he pensado que las verdaderas columnas de la humanidad son la verdad, la justicia, la libertad y los abuelos. Ellos son ese espíritu de cordura que todos buscamos. ¿Quién no los recuerda? Siempre en guardia, para lo bueno y para lo malo.

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