Objetivo Torrevieja

Hablemos. Sí, hablemos de la primera persona del plural del presente de indicativo.

Encarna Hernández Torregrosa

Ya San Mateo en el Nuevo Testamento dice: se acercó a Jesús la madre de Santiago y Juan, y, postrándose ante Él, le pidió que sus hijos se sentaran en su Reino uno a su izquierda y otro a su derecha. Jesús preguntó a los hijos si estaban dispuestos a beber la copa que Él iba a beber. La respuesta fue tajante: ¡Podemos! Es de las más envalentonadas respuestas, ya que lo que no sabían es que lograrían la meta, tras una amarga persecución jamás inimaginable.
Juguemos. Aunque la cosa no esta para juegos y sí para que nos pongamos serios y veamos el futuro que nos espera. Apenas faltan seis meses para las elecciones municipales y “todos” los políticos comienzan a ponerse nerviosos. En cuanto a lo que concierne al ciudadano, si abrimos bien los ojos comprobaremos que la situación es límite, dramática en muchos casos. Hace tiempo (en el 2008) el ciudadano recogió la pelota, afrontó el reto a pesar de perder, al intentar salir de la crisis, muchos de los beneficios alcanzados hasta ese momento y pensó: de acuerdo, trabajemos.
Razonemos: y en ese razonamiento es hora de optar, seis años después, por una actitud, hacia la confianza. Refugiarse en la indignación y la queja puede resultar ingenuo y no resuelve el problema. Por otro lado, si damos por supuesto que la primera persona plural del presente de indicativo del verbo poder, supone conjugar la tercera persona plural del presente de indicativo de forma negativa -ellos no pueden-, esto resulta una pedantería.
Pensemos: El bienestar debe ser irrenunciable, gobierne quien gobierne; pero no se mantendrá aplicando pócimas mágicas, estamos en la Europa del siglo XXI. Cierto es que hace seis años comenzó a propiciarse el caldo de cultivo para la aparición de fenómenos políticos de extrema derecha e izquierda. Sí, hay que corregir los desmanes; pero sin recurrir al bálsamo de Fierabrás, (imaginaria poción mágica capaz de curar todas las dolencias, del que se da cuenta en Don Quijote). Queda mucho para lograr una mayor igualdad y, sobre todo, para acabar con las injusticias bochornosas. Aunque nunca en la historia de Europa -incluida España- el ciudadano ha vivido como ahora.
Votemos, ya que podemos. Y claro que podemos, pero exigiendo a los políticos que sean íntegros, que sirvan a la ciudadanía y no a ellos mismos. De hecho, para superar una crisis económica profunda como la actual, “comencemos” por apostar por la innovación, ya que muchos jóvenes españoles están encerrados en el juego de las cuatro esquinas: trabajos precarios, paro, vivir con los padres y otras situaciones oscuras. Lo que no podemos, ni debemos es echarnos en brazos de seudo-redentores de cuyos excesos nos habla la historia.

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