Cuando aun tenemos el sabor del turrón en la boca, el Carnaval aparece aporreando nuestras puertas. Se puede afirmar sin miedo a equivocarnos que es un carnaval muy madrugador.
Encarna Hernández Torregrosa
Esto no significa que éste carnaval tempranero no lleve implícito la alegría, el desenfadado y el deseo de contagiar a propios y extraños del ansiado regreso de la tradicional festividad de carnaval. Este año he tenido ocasión de ver llegar el Carnaval con sus reinas y pregonero. Sorpresas que te da la ciudad, que por mucho que te bebas por ella los vientos que señala la veleta de la torre de la iglesia, hasta el poeta que ignoraba como llegaba la primavera le habría sorprendido.
Puesto a adoptar cambios en Torrevieja se me ocurre pensar en un “Carnaval Multicultural” acercarnos a las diferentes culturas, dando la oportunidad de ofrecer una de las fiestas más grandes y diversa de la ciudad. Imaginemos a aquellos que llegados desde Latinoamérica, Asia, Oceanía, África y Europa… desfilasen llenando con su música las calles y marcando la diferencia con otras ciudades cercanas. El Carnaval Multicultural celebraría la reflexión y la esperanza de un mundo donde todos podamos vivir en paz, revalorizando lo ajeno y aprendiendo del otro.
-Pero ¡Ya esta aquí! y a su paso nos dejará el pregón, el cartel y las reinas. Las Drag Queen y las murgas, con sus críticas. Comparsas y disfraces.
Aunque si algo distingue al Carnaval de Torrevieja es, la gran participación popular que ha alcanzado dentro del calendario festivo, llegando a ser una de más multitudinarias. Sin embargo el auténtico protagonista es el disfraz. Mucha gente que no comparte o comprende el sentimiento carnavalero, puede pensar, equivocadamente, que esta fiesta consiste simplemente en salir a la calle con una careta. Pero el verdadero Carnaval debe significar justamente lo contrario: arrancarse las caretas, los prejuicios, los complejos, las frustraciones, las poses sociales y los disfraces de los que hacemos gala el resto del año, y ejercer nuestra más pura libertad, al menos, por unas pocas horas. En estos días lo inimaginable puede y debe ocurrir. El profesor se disfraza de alumno, el alumno de superhéroe, el barrendero de futbolista, el taxista de mafioso, el mafioso de monja… y la monja, no se disfraza, pero va por la calle sintiéndose menos observada que de costumbre… Porque, amigos, el carnaval nos iguala y nos aproxima en esencia. La verdadera grandeza de esta fiesta no esta sólo en el tiempo que dura; sino en el resto del tiempo que podemos hacer de nuestra ciudad, y de nuestra vida, un carnaval de alegría, amor, humor y convivencia libre.
Que los bailes de las comparsas, junto al brillo en los ojos de los visitantes que llegan a nuestra ciudad, para dar y recibir carnaval, sean bienvenidos
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