Hoy me puse a escribir para este rinconcito al igual que en otras ocasiones, dirigiéndome a cuantas personas leen las noticias en Objetivo Torrevieja y he pensado en hacer algo mejor. Hoy quiero escribir una carta que comienza así.
(Publicado el 4 de enero de 2017)
Queridas Majestades: Ya se que son a los niños a quien dedicáis este día y se que hay que portarse muy bien para recibir algún regalo, pero me gustaría por una vez, que atendierais a un mayor, si esto es posible, aunque uno de nuestros defectos es el haber perdido la capacidad de sorprendernos (cosa que lamento) y es algo que poseen los niños de sobra. Pero queridos Melchor, Gaspar y Baltasar; yo no voy a pediros cosas tan importante como la Barbie que quiere Ainhoa. O la cocina Palau Toys que quiere Carlos. O el Andador de Chicco que va a tener Antonio. Ni tan siquiera el Robot de Mattel que quiere Ramón… ellos son niños y se lo merecen, como también se merecen regalos todos los niños del mundo, ya que como ustedes, ellos son seres mágicos.
En muchas ocasiones les cerramos la puerta de la habitación, pero no podemos cerrarles nuestro corazón. Ellos son nuestros jefes, los amos y cuando llegamos a casa cansados con las esperanzas y las ilusiones hechas pedazos, son los que remedian nuestro mal humos con dos palabras:
-¡hola mama!
Yo, como ellos, os escribo siguiendo el resplandor de una estrella que brillo (quien sabe si en el cielo o en el fondo de un corazón apagado) y que os precedía. Sólo tengo tres peticiones, una para cada uno de vuestras Majestades. La primera es para Melchor, está dedicada a los más pequeños: Quisiera que la sonrisa siempre estuviera presente en los rostros de los niños del mundo, sobre todo en aquellos que lo han perdido todo. En cuanto al gran Gaspar desearía pedirle, si es posible, que aquellos que se sienten solos encuentren el calor de una mano amiga que les llene de esperanza. Y a mí querido Baltasar quisiera pedirle, algo muy importante: que en este año la paz pueda extenderse por cualquier rincón de este mundo alcanzando a todo hombre y mujer.
Y si os queda tiempo, podéis llenar nuestras horas de esas pequeñas cosas que ofrecen ilusión a una vida, que hacen palpitar el corazón hasta provocarnos una sonrisa, ya que sonreír es lago maravilloso. Naturalmente también quiero daros las gracias:
– Gracias por hacerme ver y entender que la vida es algo más que aquello que tenemos delante. Gracias por este día donde de nuevo brilló el sol. Gracias porque mis hijos pueden caminar en libertad. Y gracias porque aun guardo en mi interior a esa niña capaz de llorar… pero de felicidad.
Para sus Majestades los Reyes Magos de Oriente
de un mayor que se siente niño.
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