Probablemente elegimos el día más frío del año para celebrar esta San Silvestre-Centinela, después de una noche y madrugada de heladas, a las 8,00 horas de la mañana nos encontrábamos ante la acertadamente restaurada Torre del Fiel de La Mata. Aún el Sol no había hecho aparición aunque se le intuía en el horizonte. Aparecieron siete Centinelas para correr y dos en bicicleta dispuestos a llevar el aro en éste último reto del año. El aro y una sonrisa. Como siempre cada uno hasta donde quiere y puede.
La sonrisa era difícil de ver debido a las mascarillas y demás complementos que el frío nos obligó a lucir en la salida pero era fácil comprobar que allí estaba. La sonrisa, el aro azul, símbolo universal de la diabetes, y un mensaje: “No Olvides Sonreír”.
Con todo ello a las 8,16 horas partimos y el sol salió para acompañarnos mientras recorrimos los dos kilómetros de la playa de La Mata.
Ciertamente el amanecer, es un momento mágico. Mientras dejábamos nuestras efímeras huellas en la arena se produjo la magia, nacer el día es como nacer una nueva vida que no sabes que te va a deparar pero que no tienes más remedio que vivirla, no tienes más remedio que amarla y eso agita nuestros sentimientos más profundos y una lágrima recorre nuestra mejilla. Lástima que el abrazo no forme parte de nuestros actuales gestos pero lo tengo apuntado para cuando regresen.
El sol se empeñó en acompañarnos y era nuestra intención acompañar al mar por lo que pegaditos a él bordeamos el Cabo Cervera y las Calas hasta llegar a la Punta del Salaret. No es lo mismo correr cerca del mar que pegado a él. Hay que subir y bajar, pisar piedra, saltar… pero el mar te recompensa con el susurro de las olas, con su calma o con su rabia y nunca es igual.
Entre sonrisas alcanzamos la playa de Los Locos, la curva del Palangre y la Punta Margallo, la playa del Cura, el paseo de las rocas y el paredón hasta el faro en el dique de levante, la Bella Lola es testigo de ello. A pesar del frío, el sol fue condescendiente con los centinelas y sumando kilómetros, cruzamos el centro de Torrevieja, desierto a esas horas y entramos en la vía verde que nos llevaría hasta Los Montesinos.
Una estampa única la Laguna de Torrevieja. Estaba tan brillante que no se apreciaba su color rosa, motivo de nuestras camisetas, parecía un inmenso espejo en el que mirarte y así alcanzamos nuestra media maratón, el kilómetro 21, en la torre de observación de Los Montesinos. Allí quedábamos con el aro cuatro corredores y los dos ciclistas y ya pesaban los kilómetros. Pero la visión de la resplandeciente laguna con las montañas de sal al fondo y el silencio que la rodea nos hizo recordar esos días en los que se llenó de vida.
Ese pensamiento nos devolvió la sonrisa si es que la habíamos olvidado en algún momento… “No Olvides Sonreír”.
Un espacio natural es siempre cambiante y éste no iba a ser menos así que el terreno embarrado puso algunos obstáculos a nuestra marcha pero nada que nos hiciera perder la sonrisa. Y así llegamos hasta Lo Reche y La Marquesa.
En la bonita Torre de La Marquesa quedamos tres corredores. Un breve avituallamiento y a afrontar el tramo más pestoso de este recorrido de circunvalación de la laguna, cinco kilómetros de duro asfalto, aunque para gustos los colores, la verdad es que desde allí también se tienen unas impresionantes vistas del estero.
A la entrada de Los Balcones, tan solo quedamos dos corredores. Y es que a algunos les dá por calentar diez kilómetros y claro su maratón se acaba antes. Cosas de runners…
Cruzando Los Balcones y Los Altos, últimas cuestas del camino alcanzamos Punta Prima y de nuevo el mar.
Nuestro amigo el sol y un cielo tan azul como nuestro aro convocaron numeroso público en este frío pero brillante domingo. Todo el litoral sur de Torrevieja lo recorrimos bajo la atenta mirada de todos los que aprovecharon para tomar el sol en las terrazas acompañados de refrescantes bebidas y unas tapas que tan bien sientan. También eran muchos los que paseaban a la orilla del mar.
Punta Prima, Cala Piteras, donde no todo es restar sino también sumar y allí una valiente corredora se decidió a unir su sonrisa a la nuestra y afrontar éste último tramo. ¡Gracias Inés!
Gracias por ayudarnos con tu sonrisa a superar los calambres y algún que otro dolor que el paso de los kilómetros nos regala. Ahora sí: Cala Ferrís, Mar Azul, la Veleta, Barrio San Roque y Los Náufragos, el Acequión y por el canal entrar de nuevo en Torrevieja.
En el último tramo se hacía cada vez más duro el mensaje, y es que a pesar de todo… “No Olvides Sonreír”.
Un breve recorrido urbano ponía fin al reto. Caballero de Rodas, Plaza de la Constitución, calle Concepción, Paseo Vista Alegre –ahora sí lleno de sonrisas de niños- y de allí a la Plaza Miguel Hernández donde finalizaba esta Maratón.
En cuatro horas y cincuenta y dos minutos retamos a Filípides y después de recorrer la práctica totalidad del frente litoral de Torrevieja y circunvalar su laguna rosa seguimos sonriendo.
No terminaremos probablemente nunca de acostumbrarnos a evitar los abrazos, los besos y las muestras de cariño que deben acompañar siempre un esfuerzo como este. Seguiremos corriendo, abriendo caminos, llevando mensajes, y sobre todo… “No Olvides Sonreír”.
Pero al menos nosotros ayer tuvimos la suerte de fundirnos en un abrazo con nuestra laguna y con el mar. Un abrazo con la vida.
Adiós 2020. Hola 2021.
Centinelas
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