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Se abre el XVI Ciclo «Torrevieja y el Mar» con el recuerdo de una de las mayores tragedias navales de la historia

Luis Miguel Pérez Adán aporta nuevos documentos sobre el naufragio del Sirio (1906)

Álbum, pinchando sobre la foto

Antonio Sala Buades

La Asociación Cultural Ars Creatio, con la colaboración del Instituto Municipal de Cultura «Joaquín Chapaprieta Torregrosa» y el Ayuntamiento de Torrevieja, organiza el XVI Ciclo de conferencias «Torrevieja y el Mar» (2024). El salón principal de la Sociedad Cultural Casino de Torrevieja, completamente lleno de público, fue el escenario, el viernes 20 de septiembre, a las 20.00 horas, de la primera de las sesiones, con la presencia de los concejales Federico Alarcón y Domingo Paredes. Presentó el acto Eliseo Pérez Gracia, paisano y compañero del ponente durante parte de su época estudiantil, que destacó la trayectoria de este ciclo de conferencias como difusor de diferentes aspectos (naval, cultural, antropológico, medioambiental, histórico, geológico o arqueológico) de la relación entre nuestra ciudad y su principal fuente de vida, y siempre con rigor científico.
Luis Miguel Pérez Adán ofreció una emotiva y detallada conferencia sobre el naufragio del transatlántico italiano Sirio (barco muy apreciado, construido en los astilleros de Glasgow en 1883) en la costa de Cabo de Palos. El buque fue conocido como «el Titanic del Mediterráneo», aunque la tragedia de éste acaecería casi un sexenio después. Comenzó el ponente con una canción elaborada a partir de un trovo de José María Martín con música producto de la inteligencia artificial. Incidió asimismo en las conexiones de todo tipo entre Cartagena y Torrevieja, a pesar de las divisiones administrativas. Como ejemplo, citó que el terremoto de marzo de 1829 también afectó a la Ciudad Departamental, hasta el extremo de que los seis conventos en ella existentes quedaron completamente derruidos, causa de su pérdida, y no, como se creía, la posterior desamortización emprendida por Juan Álvarez Mendizábal. Otro conocido episodio de la historia común de ambas localidades fue la revolución cantonal de 1873, con Concha Boracino y Antonete Gálvez como respectivos protagonistas.
Por haberse publicado varios libros, dos de ellos del propio Pérez Adán, y también documentales, sobre el hundimiento del Sirio, con abundante información, el conferenciante se detuvo en aspectos humanos y especialmente relevantes, como en lo que llamó «iconografía del naufragio»: portadas de periódicos de la época y numerosas fotografías, algunas recientemente descubiertas y de enorme valor histórico. Esbozó las posibles causas de la catástrofe, para concluir que, tras una serie de circunstancias, probablemente se debió a una negligencia por no prever el paso del barco, a gran velocidad, por el bajo de Fuera (una montaña submarina próxima a la isla Hormiga y cuya cima alcanza hasta unos pocos metros por debajo del nivel del mar). A las 16 horas del 4 de agosto de 1906, el Sirio vio truncada una de sus muchas rutas desde Génova, pasando por Barcelona, Cádiz, Canarias, Cabo Verde, Río de Janeiro y Santos, hasta su destino en Buenos Aires, al resquebrajarse, explotar las calderas y partirse en dos en nuestras costas. El suceso produjo una sensible conmoción en todo el mundo y motivó el cambio de las normas de navegación: desde entonces, todos los pasajeros debían viajar con chalecos salvavidas.
Por la inmensa cantidad de restos de naufragios, el fondo del mar es el mayor y más completo museo existente. En el caso del bajo de Fuera, varios barcos más terminaron sus travesías al estrellarse contra él. Durante muchos años, diversos restos del Sirio fueron recogidos de sus proximidades (a unos 70 metros de profundidad). Al solicitarse al público colaboración con motivo de un aniversario, la respuesta fue multitudinaria, al aportarse todo tipo de enseres (incluyendo vajillas y cuberterías) que en su día habían acopiado sus padres o abuelos (cabe recordar que a la sazón estaba permitido). Resulta significativo el dato de que la caja fuerte del Sirio fuera descubierta abierta y vacía, sin que hasta hoy se haya recuperado ninguno de los valiosos objetos que guardaría.
Dentro de las circunstancias del aciago día, Pérez Adán recordó que estos grandes buques solían trasladar habitualmente a emigrantes con destino a América (entonces tierra de provisión para muchos europeos) que, por un precio menor, eran llevados por otros barcos hasta el transatlántico, ya en ruta, y que se hacinaban en las bodegas. De esta manera, se incrementaba el pasaje de una manera ilegal. Aunque los números oficiales reflejan 892 viajeros, seguramente éstos superaban el millar. Constan como fallecidos 370, y los demás, 522, como supervivientes.
En la mayor operación de salvamento emprendida por civiles, la mayoría pescadores, destaca la heroicidad de Vicente Buigues, natural de Moraira y capitán del pailebote Joven Miguel. Cuando nadie más se atrevía a nada semejante en aquellos momentos de angustia, se acercó hasta el Sirio con su barco y dispuso el botalón a modo de puente para que por él pudieran acceder al que se convirtió en salvación de unas 450 personas. Paradojas de una situación límite como aquélla, para convencer a su propia tripulación hubo de blandir un revólver, e incluso llegó a dispararlo para que el salvamento se llevara a cabo con cierto orden y sin que nadie abusara en su desesperación. Al margen de cualquier juicio moral que no corresponde efectuar, fue condecorado en España (tras lo cual trabó amistad con el rey Alfonso XIII) y en Italia. También fueron recordados por su benéfica labor los nombres de Antolino, el tío Potro y los fareros de la Hormiga.
El ponente fue crítico con la actitud de la tripulación del Sirio, que huyó dejando al pasaje a su suerte y con el pánico agravando la catástrofe. Cuentan diversos testimonios las escenas más épicas y también las más crueles en los intentos desesperados de salvar la propia vida. En la época, por lo general la gente no sabía nadar (la isla Hormiga podía haberse alcanzado a nado con relativa facilidad), y una caída al agua significaba lo peor. Quizá de haberse organizado un salvamento como se requería, habrían sobrevivido muchas más personas, pues el Sirio no se hundiría del todo hasta el 21 de agosto. Da medida de la tragedia el hecho de que se desplazaban familias enteras, con mujeres y niños. El capitán, Giuseppe Picone, mostraba un rostro abatido en la impresionante fotografía que se le tomó en una pensión de Cartagena al día siguiente de los hechos. Picone afrontaba su última travesía, después de 35 años de servicio, antes de retirarse. El destino le tenía reservado este final, al estar durmiendo la siesta aquella tarde de verano y quedar el barco gobernado por personal joven e inexperto. A los pocos días de llegar de vuelta a Italia, falleció.
Otra consecuencia fue el perjuicio acarreado precisamente a los que antes que nadie se ofrecieron a ayudar. El público se retrajo durante meses de comprar pescado por el temor a que hubieran comido cadáveres, y muchos pescadores, que en sus pequeños laúdes habían rescatado a los primeros náufragos, se quedaron sin compensación económica. Es conocido el rumor que corrió por Torrevieja de que en un atún había aparecido el botón de cierta prenda interior de un tripulante.
Completando la documentación gráfica, Luis Miguel Pérez Adán mostró unas fotografías (valorando el trabajo y el tiempo que exigía entonces cada una), a las que ha tenido acceso recientemente, de un incalculable valor documental, en las que se aprecia desde cerca cómo quedó el transatlántico, escorado de un lado, sin poder lanzar al agua los botes salvavidas, así como la llegada de varios pasajeros rescatados por pescadores a la costa de Cabo de Palos. Después se conocerían desgarradoras historias personales, como niños huérfanos acogidos o madres que habían perdido a sus hijos.
Entre las numerosas personalidades que viajaban en el Sirio, se encontraba Lola Millanés. Su cadáver apareció en Torrevieja varios días después, entre los que las corrientes desplazaron hacia el norte, precisamente cuando en un periódico se publicaba erróneamente que había sobrevivido. La circunstancia de la famosa cantante, enterrada en nuestra ciudad, es más conocida, por haber sido tratada en otras conferencias. Su trágica muerte es un vínculo más entre Cartagena y Torrevieja.
La presidente de Ars Creatio, Josefina Nieto, entregó a Pérez Adán la metopa de la entidad cultural en agradecimiento a su colaboración. Además del recordatorio de un tremendo episodio, la narración del cronista oficial de Cartagena puso ante nuestro pensamiento lo mejor y lo peor del ser humano, y, como subrayó Josefina Nieto, la difusa línea que separa una parte de la otra. Como el mismo mar, al que tanto debemos y que tanto nos ha quitado.

Luis Miguel Pérez Adán

Nacido en Cartagena en 1961, destacado historiador y arqueólogo, está especializado en Historia Antigua y Arqueología por la Universidad de Murcia. Su trayectoria profesional se caracteriza por un profundo compromiso con la investigación, preservación y difusión del patrimonio histórico de Cartagena.
Como cronista oficial de Cartagena y académico correspondiente de la Real Academia Alfonso X el Sabio, Pérez Adán ha desarrollado un extenso trabajo en torno a la historia local. Actualmente, es técnico en el Archivo Municipal del Ayuntamiento de Cartagena, donde se encarga de la gestión y conservación de documentos históricos, además de impartir clases en la Universidad Politécnica de Cartagena, dentro de la Universidad de Mayores, donde enseña asignaturas relacionadas con la historia y el patrimonio de Cartagena.
Fundador del Instituto Cartagenero de Investigaciones Históricas (INCIS) y codirector de la Cátedra de Historia y Patrimonio de Cartagena, ha publicado quince libros y numerosos artículos académicos en revistas especializadas. Su labor como columnista en el diario La Verdad desde hace un decenio, con más de quinientos artículos publicados, así como su participación en la creación de contenidos para documentales y medios audiovisuales para las redes sociales en internet, evidencian su capacidad para combinar rigurosidad académica con divulgación efectiva.
Entre sus publicaciones más relevantes se encuentran obras recientes como Mar indómita (2023) y Cartagena infinita (2024), y múltiples estudios detallados sobre episodios clave de la historia de Cartagena, naufragios e historia militar.


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