Objetivo Torrevieja

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No cabía ayer un alma en la gran nave central de la Iglesia de Sagrado Corazón del Barrio de la Punta, para asistir a la Eucaristía de Acción de Gracias, que la parroquia organizó para despedir al que desde hace quince años ha sido el padre espiritual de una de las comunidades católicas más populosas de la ciudad. El acto  estuvo presidido por el alcalde de Torrevieja, que estuvo acompañado de las concejalas, Mamem Mateo e Inmaculada Montesinos, así como del presidente de la Asociación Religiosa del Sagrado Corazón de Jesús, Gregorio Navarro. La Misa fue concelebrada por el propio homenajeado, Ginés Ortíz, el vivario de la parroquia, José Andrés Mohino, el párroco de la Inmaculada, Manuel Martínez y el vicario de la misma Pedro  Payá. La música al acto la puso  el Coro Parroquial que dirige Carmen García Almira. Durante todo el acto se el sentimiento de la despedida era patente en los rostros de los asistentes, llegando a su momento más emocionante cuando Ginés Ortiz tomó la palabra en la homilía, para dar gracias a todos por sus quince años que lleva en la misma, o desde el siglo pasado como el mismo dijo. Su voz se quebró en varias ocasiones, cuando recordó como en estos años disfrutó del antiguo templo, los años que pasó en la Iglesia provisional y la época vivida con la consagración de la nueva Iglesia y su expansión en el barrio. Definió su situación de una enfermedad que es una cruz enviada por el Padre, que lleva con la dignidad y las dificultades que algo así provocan. No dudo en hablar claramente de la misma aportando incluso datos, como que dos días antes había estado tomando quimioterapia y el mismo eligió la fecha del acto para entre las tomas del tratamiento poder estar en forma para poder participar plenamente en ella. Muchos fueron los feligreses que quisieron que su palabra se oyera para dar ánimos a Ginés. Tras la comunión se descubrió una placa conmemorativa en la pared izquierda de la entrada al Templo que recordaba la inauguración del mismo y en el que su nombre quedará inscrito a perpetuidad. Ya en el altar mayor recibió regalos de diversas asociaciones vinculadas a la parroquia que el agradeció con emocionadas palabras. El acto de despedida se cerró con un vino de honor servido en las dependencias de la Asociación del Sagrado Corazón.

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