En previsión por las inclemencias del tiempo, se adelantó en treinta minutos la salida desde el Templo Arciprestal del Inmaculada, de la procesión del silencio. Jesús Crucificado salió al umbral de la Iglesia, donde le esperaba su Madre, María Santísima del Silencio, acompañada por el apóstol más fiel, San Juan. María lució anoche por primer vez su nueva “Toca de sobre manto” que fue bordada en maya con hilo de oro por las camareras de María Santísima del Silencio. Mercedes Mateo y María del Carmen Villalgordo. Así mismo en su pecho brillaba un colgante con una Cruz, adquirida para ella expresamente en Sevilla, siendo acompañada por un numeroso grupo de mujeres ataviadas con mantilla, pertenecientes a la Casa de Andalucía “Rafael Alberti”. Todo ello bajo la dirección de su capataza, Silvia del Oro.
Un silencio el único sonido cómplice y triste, unido a la oscuridad que invade la noche, dan un aire de recogimiento y tristeza a una abarrotada plaza de la Constitución que se apresta a participar del desfile más triste de la Semana Santa torrevejense. Las viejas puertas de la Inmaculada, dan paso a un ancestral desfile de penitentes, cuyos faroles de forja, albergan una luz triste y monótona, que escoltan a la Cruz de la Convocatoria, que precede a la imponente imagen del Cristo Crucificado, portado por unos costaleros que esta noche reflejan un semblante más triste de lo habitual. El silencio se puede cortar con un cuchillo, ni los niños que forman parte del cortejo dan muestras de su presencia. El aire se llena de las tristes notas del Coro “Maestro Ricardo Lafuente”, que dirige Aurelio Martínez, que entonan “Ten piedad Señor, dedicado al Cristo Crucificado y la “Estación 13 del Vía crucis”, ambas de Ricardo Lafuente, dedicada a María Santísima del Silencio, a modo de salutación a Cristo y su Madre, que es portada en un trono con candelería.
Justo a las once y media de la noche y cuando el primer cortejo penitencial lleva una hora en la calle, la Plaza del Calvario, se convierte en el punto de partida de una nueva representación de la muerte de Cristo. La imagen de la Virgen de la Piedad es una talla policromada, que representa a una madre, con un rostro desgarrado por el dolor, que sujeta a su hijo inerte, cuyo rostro sereno es la imagen del perdón. Aquí la Coral “Manuel Barberá”, dirigida por Sergey Larkin, canta un viejo tema imprescindible en la pasión torrevejense “La pasión de la Tía Tortas”, un canto triste, aunque lleno de esperanza y amor a esa madre dolorida, completando su actuación con “Porqué Jesús no lloras”, temas que repitieron al paso de la Piedad, frente al edificio del Palacio de la Música. Mientras este fúnebre cortejo comienza su periplo, por las oscuras calles de pueblo, camino de la Iglesia Parroquial, la primera comitiva se apresta a pasar por el más típico rincón del barrio salinero del “Acequión”, el callejón del Turco, esencia de la Semana Santa, donde le espera una rosa, en recuerdo del que fuera uno de los pilares de la Cofradía de Cristo Crucificado y María Santísima del Silencio, Mariano Montesinos, al que se le rinde homenaje cada Jueves Santo la Cofradía, en la persona de su capataz, Jorge Esteve. En el balcón de su casa, Araceli Fernández “La Leles” de Elche, segundo premio del I Concurso de Saetas “Ciudad de Torrevieja”, entonó dos saetas dedicadas a la madre y el hijo, que se convierten en lágrimas para el recuerdo. Tras casi dos horas de deambular por la oscuridad de las calles, ya entrado en Viernes Santo, rodeadas del respetuoso silencio de un público, que este año fue mucho más numeroso que en otras ocasiones, se recogía la procesión del Silencio, mientras una media hora más tarde lo hacía la del Descendimiento de Jesús del Calvario. La primera de las procesiones, en esta ocasión contó con presencia del Vicario de la Inmaculada, Pedro Payá; el Vicepresidente de la Junta Mayor de Cofradías, Juan Enrique Úbeda; el Vicepresidente de la Diputación, Eduardo Dolón; las concejalas Carmen Gómez y Rosario Martínez Chazarra, así como los concejales de Sueña Torrevieja, Pablo Samper y Alejandro Blanco. Mientras tanto en el descenso del Calvario, presidió el mismo, Aurelio Arronis, Párroco del Sagrado Corazón y el presidente de la Junta Mayor de Cofradías, Ignacio Suárez, acompañados de los concejales populares, Luis María Pizana e Inma Montesinos, así como la Reina de la Sal, Cira Gualdo y sus damas, Carmen Marcía y Alba García.
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