Como si fueran los nuevos flautistas de Hamelín, un pito y un tambor, cada día de fiesta en honor a la Patrona de nuestra ciudad, sale de la Plaza de la Constitución una verdadera riada humana, en la que se una masa compuesta en su mayoría por los más pequeños de la casa, cantan, danzan y gritan cada una de las notas de las canciones, que inocentemente hablan de una tal Serafina, a la que nadie ha visto y donde unos simples “garbanzos torraos” toman un protagonismo inusitado. Lyly y su comparsa de gigantes y cabezudos cada día que àsa acumula más y más personas que tararean sus canciones, algunos de ellos fieles cada día, lo que popularmente llamamos “no perderse charamitaso”.
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