Simplemente una palabra define lo que en la tarde ayer pudimos escuchar y ver en la Sala Sinfónica del Auditorio Internacional de Torrevieja. Ante más de mil personas, la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, dirigida por Virginia Martínez, consagró este nuevo templo de la música, único en su estructura y acústica con un ídolo de la talla de Medelssohn. La Primera parte la ocupó el Concierto para Violín en mi menor, op 64 de Mendelssohn, con la interpretación de Stassnislav Tkach, concertino de la Orquesta Sinfónica de Torrevieja, con “Allegro molto appasionato”; “Andante” y “Allegretto non tropo . Molto vivace”, la cual fue largamente aplaudida por su hermosa ejecución. En la segunda parte fue la Sinfonía nº 5 de Tchaikovsky. con sus cuarto movimientos los que de nuevo enaltecieron los ánimos del respetable, cuyos murmullos de aprobación eran la nota predominante al final del concierto. Una vez más queda patente la labor de la Orquesta Sinfónica de Torrevieja que dentro de su ciclo de conciertos no ha dudado en ceder ese espacio a una formación de 50 maestros, que como bien decía en la presentación que anunciaba el concierto, es una de las más importantes de España. El concierto contó con la presencia de los concejales del equipo de Gobierno, Alejandro Blanco y José Hurtado.
El Concierto para Violín en mi menor, op 64 de Mendelssohn, fue escrito a lo largo de 6 años y estrenado en 1845. Fue dedicado a su amigo el famoso violinista Ferdinand David, el cual aconsejó sobre su composición a Mendelssohn a través de cartas. Está considerado uno de los conciertos cumbre del repertorio violinístico, y uno de los máximos exponentes del romanticismo, siendo especialmente innovador para la época, e influyendo enormemente en los conciertos para violín que vinieron después.
La Sinfonía No. 5 de Tchaikovsky, fue compuesta en 1888, tras un periodo de 11 años de baja productividad artística, después de su fallido matrimonio y un intento de suicidio. Fue estrenada en San Peterbursgo a finales del mismo año y recibida fríamente por la crítica. La insistencia en el tema principal a lo largo de los cuatro movimientos y la dureza del último movimiento fueron lo más criticado de la obra. Más tarde, en Europa y EEUU fue teniendo más aceptación, y el propio Tchaikovsky acabó “reconciliándose” con ella, siendo hoy una de las obras más populares del composi
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