Objetivo Torrevieja

Álbum, pinchando sobre la foto

Juana Martínez Valdivia
Periodista RTVE

No miento cuando afirmo que llevaba unos cuantos años persiguiéndole, cierto es, que era sólo un pretexto para seguir viajando. Primero fui a Roma y le busqué por muchos museos pero allí sólo estaba el Moisés. Después me fui a Paris y tampoco conseguí verlo. Sabía que estaba en Florencia pero necesitaba un importante “preámbulo” para que el encuentro fuera más apasionante.
Y, efectivamente, en Florencia en la Academia se encontraba el DAVID de MIGUEL ANGEL. Su figura lo eclipsa todo, tallado en mármol de Carrara, sus más de 5 metros y sus 5,5 toneladas, te reciben de una forma exclusiva. Majestuoso desde cualquier lugar, su presencia te persigue siempre. El momento tan deseado y esperado, resultó un poco descafeinado, tuve que esperar muchas horas, por dos larguísimas filas interminables: los que tienen que sacar el ticket y los que lo han sacado previamente por internet, ambas pasan al mismo tiempo. El número de los que entran tiene que coincidir con los que salen ¡Un suplicio! Creo que en temporada alta es terrible. Además, hay que sortear a todos los que no terminan de hacer fotos. Total cuando te llega el turno y te colocas a su lado ya no te quedan “pilas” y apareces en las fotos con una cara que no es de alegría precisamente…Algunos se preguntarán por qué está desnuda la escultura que representa al rey David bíblico, simplemente porque en el Renacimiento la desnudez era sinónimo de belleza. Después de ver el David, por delante, por detrás, de lateral, desde la entrada, la salida, la esquina derecha, la izquierda, etc., eres consciente de que el día ha sido perfecto y para que no falte nada un riquísimo vermut -denominado aperitivo nacional- en la Piazza del Duomo que a mí me gusta más que la Piazza della Signoria, la plaza principal de Florencia, donde también hay una replica del David…El paseo por el Ponte Vecchio sobre el rio Arno y el regateo por sus tiendas de oro y plata es otro placer, aunque de comprar poco, pues se pasan un montón. Un broche de plata con unas piedras de marquesitas, que en España podría costar como mucho 400e, te piden 3.200e. Podría escribir muchas páginas sobre Florencia, una de las ciudades más bonitas del mundo pero no me lo permite nuestro querido Fos. Simplemente terminar diciendo que a Florencia hay que ir aunque sólo sea una vez en la vida.
Seguimos nuestro periplo hasta Pisa, una de las diez ciudades que componen la región de la Toscana, una bella villa que hay que descubrir, porque no es lo que parece. En el centro del casco antiguo se encuentra la Plaza de los Milagros, allí hay cuatro edificios religiosos construidos en la Edad Media: el Baptisterio, donde se hacían los bautizos, el Cementerio, la Catedral y la Torre. Por cierto, que la torre no se proyecto inclinada, pero las cosas se complicaron. La Torre crecía y al mismo tiempo se inclinaba hacia el Norte. Simplemente se ha desplazado con relación a su eje vertical, porque el suelo, la base, es muy poco estable. El subsuelo es pantanoso y los cimientos sólo tienen 3 metros de profundidad, poco para una torre de 55 metros de altura y cerca de 15 mil toneladas de peso…Y, mientras se pueda, observarla y analizarla es un “lujo”… En la parte vieja no hubo forma de conseguir que me pusieran hielo en el vermut. Nada de Nada. También me llamó la atención un pub a orillas del rio Arno, porque con la consumición puedes tomar todo lo que te apetezca de comida. Es decir, por cinco euros que te cobran por una buena cerveza cenas estupendamente.
Y, por fin, Venecia. Es la tercera vez que voy allí y en esta ocasión he descubierto lugares que no sabía que existían. Tiendas únicas. Nada que ver con lo que te enseñan o explican las agencias de viaje. He brujuleado. Lo que más me gusta del mundo. Me “choque” de repente con el Teatro de la Opera, el famoso La Fenice, considerado uno de los más famosos, porque allí se estrenaron las operas más conocidas. Además, dicen que la acústica es perfecta. Fue inaugurado en 1792, ha sufrido dos incendios pero continua activo y es una maravilla escuchar opera en ese lugar tan especial…Por supuesto, que he vuelto a montar en góndola. Otra vez, he recorrido la Basílica de San marcos, he ido de excursión a Murano y Burano. En la Plaza de San marcos, se encuentra un café histórico llamado Florian, donde por 10e te tomas en mejor chocolate del mundo, dice mi marido y un helado normalísimo, por 13e. Los he tomado muchísimo más buenos en Torrevieja. Lo mejor de todo es que “pillamos” un día de carnavales, un espectáculo inolvidable y único. Su tradición se remonta al siglo XI… Con la ocupación de Venecia por el ejército de Napoleón, quedó prohibido por temor a las conspiraciones. Se recupero en 1979 y los trajes de época recuerdan al siglo XVII veneciano…Agotada he llegado a nuestra Torrevieja, lo primero comer en Las Cañas, fenomenal con buena calidad como es habitual. Con Santi al frente no hay sorpresas, bien servido por sus profesionales camareros, destacando Diego. Otro día, una paella en la bocana, en barco de unos amigos celebrando el cumpleaños de Alberto. La paella preparada por la cocina del Real Club Náutico, muy buena y como siempre los pinchitos de bacalao en el Riojano. Todavía me quedan muchos días aquí, para cargar “pilas”, disfrutar de mis amigos, las impresionantes regatas que organiza el CLUB NAUTICO MARINA INTERNACIONAL y recorrer los buenos locales de Torrevieja. Tengo pendiente unas exposiciones que aventuro inolvidables, por ejemplo, en la Fundación Mafre: “Del Divisionismo al Futurismo”; Palacio Real: “Arte Contemporáneo en Palacio”; Museo Thyssen-Bornemisa: “Realistas de Madrid”. Antes un viaje a Londres para recorrer los principales mercadillos. Y, después, Jerusalén un lugar apasionante, único en el mundo.

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