60 años después
No es difícil hacer un retrato del día de hoy. En primer plano, Ella, la Virgen del Carmen. Es noche de claro de luna. Noches con reflejos de estrellas donde una morena espera que la mar le devuelva el navío que se llevó a su hombre. Muchas… demasiadas noches quedan atrás.
– Acúname con la habanera- dijiste… y se convirtió en memoria de mi pueblo. Atrás quedan las gargantas de mil voces. Voces roncas de marineros. Voces donde el corazón de sus hombres, la ilusión de sus ojos, el espejo de su lago, el estribillo del alma torrevejense se desbordaba. Fueron años que parecen siglos cuando llegó al pie de la mar la “Habanera” a bordo de los navíos que navegaban en busca de otros horizontes.
Que la mar está cerca. Que la “Habanera” está en el ir y venir de las olas, y al aproximarse esa joven con sabor salado, se queda quieta, como imagen bíblica, sentada junto al mar. El suspiro, la mar lo bautizó como “añoransa”. Y fue una noche de habaneras cuando el aire emborrachado de notas, reposó sobre las teclas negras del piano. La novia torrevejense, novia antigua, novia que sueña con su enamorado, acaricia la carta que no alcanzó el bergantín.
Que la mar… esa mar rodeada de estrellas, golpea la quilla hasta sentir el navío, el fatal abrazo del oleaje. “Habanera” de luz negra que naufraga en la costa. Fueron noches de cantos, las que miles de personas repitieron tu nombre. Al son del 2×4 los coros traspasan con su melodía la puerta de la mar en esa noche de luna. Tu nombre “Habanera” sabe a viento salobre. Pero no esta sola. Tu gente hace resurgir el recuerdo de aquellos días cuando el marino abrazado a la guitarra decía adiós, proclamando la honra de ser de esta tierra, aventando los nubarrones del horror de la clase media, que escuchaba la radio alrededor de la mesa camilla.
-¡Y Cuba tan lejos!
La Habana, hermana de Torrevieja llegó en barco cargado de melodías y Pericón, tomando café de pucherete. Un coro en el paseo, saluda con esa canción que sale del alma. Y llegaste tú con color de nácar y perfume de alga marina. Fuiste rocío transformado en espuma salada. Es dignidad la que te dieron “Habanera” y siguen dando con su temple los hijos de aquellos hombres enteros de corazón cálido. El del pelo moreno. El de la camisa a cuadros y la guitarra, que canta el nombre de su tierra Torrevieja. Y el “chiguito” que en el coro se arranca a cantar la canción aprendida de sus abuelos. Es el hijo que aprendió a andar por las calles donde sol golpea al caminante. La joven que se asoma a ver venir los barcos. Es la canción del capitán de la goleta que suena como despedida. Así, en la noche de luna y mar, tú “Habanera” eres más que nunca… Torrevieja.
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Filed under: Actualidad |
Como siempre, Encarna, lo bordas me gusta tu manera de decir las cosas, ilusionan, hacen que en unos momentos uno añore todo lo vivido. Bonito, bonito y bonito.