Un día de cielo abierto para la comunidad católica de Torrevieja
En el marco de las celebraciones por la festividad del Sagrado Corazón de Jesús, el Templo Arciprestal de la Inmaculada Concepción acogió con gran emoción y devoción las reliquias de Santa Margarita María de Alacoque y San Claudio de la Colombière, dos figuras clave en la historia de esta entrañable devoción. La acogida solemne tuvo lugar en la tarde del sábado, con la presencia del Obispo de la Diócesis de Orihuela-Alicante, Monseñor José Ignacio Munilla, quien junto al párroco D. José Antonio Gea, recibió las sagradas reliquias en el umbral del templo. Tras un momento de recogimiento, las reliquias fueron introducidas en el templo en procesión, acompañadas por los fieles y los sones del “Himno al Sagrado Corazón de Jesús”, interpretado con hondura espiritual por el grupo musical Kairos.
En el altar mayor, donde se hallaba entronizada la imagen del Sagrado Corazón, se depositó con reverencia el relicario que contiene las reliquias de ambos santos. Santa Margarita María de Alacoque, mística francesa del siglo XVII, fue la gran apóstol del Sagrado Corazón, y San Claudio de la Colombière, su director espiritual y apoyo incondicional, difundió su mensaje con fervor en la Compañía de Jesús.
La Solemne Eucaristía fue concelebrada por Monseñor Munilla, el párroco José Antonio Gea y los sacerdotes, Miguel Ángel Cerezo, Bienvenido Moreno, Pedro Payá y José Moya Payá. Durante su homilía, el obispo ofreció una reflexión profunda sobre el sentido del amor verdadero, contrastándolo con los símbolos del amor comercial y efímero. “El verdadero amor —dijo— no hiere ni se basa en la ceguera o el capricho. Es un amor de luz, sinceridad y entrega, como el del Sagrado Corazón de Jesús, que repara nuestras heridas y nos devuelve la paz”.
Concluida la celebración, la Custodia con la Sagrada Forma fue trasladada al altar mayor para dar inicio a un entrañable momento de adoración eucarística, bajo el nombre de “Kairos”, un tiempo de gracia. Durante este acto, miembros del grupo Kairos —jóvenes músicos unidos por su fe— salieron a las calles a invitar a la gente a encontrarse con el Señor, mientras en el templo continuaban los cánticos y oraciones sin cesar.
Torrevieja vivió así un momento histórico y espiritual que quedará grabado en los corazones de todos los presentes, como un signo de esperanza, comunión y amor verdadero en el Corazón de Cristo.
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