La Plataforma de Mujeres en Torrevieja congrega un centenar de personas en una emotiva concentración en la que se recordó a las víctimas mortales de la violencia de género en 2013
“Somos el silencio, la ausencia, el espacio que desaparece en cada una de vuestras vidas. Somos la voz que ya no escuchas por la mañana en un bus, la amiga que nunca vuelve a recoger aquello que te ofreció, el silencio de las mil frases no dichas. Somos la ausencia en tu trabajo, en tu escuela, en tu vecindario, en tus calles, en tu vida. Somos el recuerdo que no desaparece, que perdura en ti negándose a volar” este es un fragmento del emotivo texto escrito por Rosana Montalbán con el que la Plataforma de Mujeres en Torrevieja ha comenzado un acto en el que se concentraban en la Plaza del Ayuntamiento de Torrevieja para conmemorar el Día Mundial de la Lucha Contra la Violencia de Género y recordar a las víctimas del machismo asesinadas durante este año 2013.
Tras la lectura de estas palabras y un reivindicativo manifiesto firmado por Feminismo 15 M Torrevieja ¡Toma la Calle! en el que se argumentaba que los recortes en derechos sociales, en educación, en sanidad y en derechos laborales también son violencia machista porque afectan especialmente al colectivo de mujeres al que se pretende llevar otra vez a la España en el que las mujeres sólo eran cuidadoras y amas de casa.
El manifiesto claramente reivindicativo dio paso a un manifiesto unitario firmado por todos las organizaciones que a día de hoy componen la Plataforma: Ateneo Republicano Miguel Hernández de Torrevieja y Campo de Salinas, Feminismo 15 M Torrevieja ¡Toma la Calle!, EUPV / IU Torrevieja y la ‘Agrupación Narciso Julián’ del PCPV.
Tras la lectura del manifiesto tuvo lugar el momento más emotivo del acto en el los presentes leyeron los nombres, edad, lugar y circunstancias de los asesinatos ocurridos durante el 2013 para luego guardar un sentido minuto de silencio.
MANIFIESTO DE LA PLATAFORMA DE MUJERES EN TORREVIEJA 25 NOVIEMBRE-2013 CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO
Un año más estamos aquí a denunciar la lacra social de la violencia machista contra las mujeres y para recordar que la violencia de género representa una sangría que afecta o ha afectado en nuestro país a más de una de cada diez mujeres; que ha acabado con casi 700 vidas durante los últimos diez años y que, en la actualidad, es la primera causa de muerte intencionada, incrementada este año en 50 victimas más y no es solo en las madres, también las hijas e hijos son víctimas de los asesinos.
Frente a la dimensión de estos crímenes nos encontramos, en el mejor de los casos, con la respuesta tibia de las instituciones y en el peor con el mito de las denuncias falsas (Un 0,01% del total de las presentadas), con la indiferencia o simplemente con la naturalización de los feminicidios.
Los recortes presupuestarios, el creciente paro femenino, lo que llamamos estafa contra la clase trabajadora, que no crisis, está incidiendo en el incremento de la violencia ejercida contra las mujeres en el ámbito familiar e incluso en el laboral. El abuso de las empresas sobre las trabajadoras es cada vez mayor, incrementando las horas de trabajo sin remunerar, con miedo a quedar embarazadas, porque las reformas del gobierno de Rajoy autoriza el despido en esos casos y que los jefes, encargados e incluso compañeros sin escrúpulos, intenten el acoso sexual, con el agravante de que, si lo denuncian, las despidan.
En el familiar, la perdida de la independencia económica, de tantas mujeres en paro profesional, hace que se reproduzca la sumisión, esa “sumisión” tan del agrado de la jerarquía católica.
La crisis incrementa la violencia de género, como así lo reconoce la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género del Parlamento Europeo, porque favorece la desigualdad y a su vez, disuade a las víctimas de iniciar estrategias de protección, como confirma el descenso de denuncias observado durante este año.
Escucharemos pomposas declaraciones afirmando que la educación es un estratégico aliado contra la violencia de género, pero mientras, la LOMCE permite financiar con fondos públicos colegios que segregan por sexo, elimina la asignatura de Educación para la Ciudadanía e introduce la doctrina católica, claramente sexista, como materia evaluable, mientras esta lacra machista es cada día más frecuente entre parejas más jóvenes, dándose ya entre los 18 y 24 años.
Seguro que se hablará también de las y los menores como damnificados de la violencia de género intrafamiliar, pero se aprueba la custodia compartida obligatoria, mientras se pospone sine die la ampliación del permiso de paternidad.
El recorte en la aportación económica del Estado para la financiación de las diferentes partidas ministeriales se ha cebado en las políticas de igualdad, aunque la discriminación y el sexismo sean el origen de la violencia de género, pero mientras la medición del impacto de género se incumple de forma sistemática, el Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades (2013-2016) se encuentra todavía en fase de elaboración.
Existen colectivos más vulnerables, como las mujeres que residen en ámbitos rurales, las que sufren alguna dependencia o las migrantes. Y mientras, la reforma de la Ley de Bases de Régimen Local, elimina la competencia municipal en materia de políticas de igualdad, lo que provocará el cierre de cientos de centros de atención a mujeres y casas de acogida, dejando a aquellas que residen en ámbitos rurales (que sólo tenían acceso a los servicios de proximidad municipales) abandonadas a su suerte. Las políticas inclusivas orientadas a la población migrante tienden a olvidar la perspectiva de género y el cumplimiento de la ley de la dependencia sería un chiste si no fuera un drama que acompaña, fundamentalmente, a la población de mayor edad (integrada mayoritariamente por mujeres).
Si en muchas partes del mundo las mujeres se encuentran en una situación insostenible de negación de derechos, que las oculta, las empobrece y que las sitúa en continuo riesgo, incluso institucionalizado, de violencia extrema, de explotación sexual, de agresiones, violaciones, asesinatos y ejecuciones, en nuestro país, la deriva conservadora y patriarcal hacia posiciones políticas de modificación regresiva de la Ley de Aborto, de imposición de la corresponsabilidad irreal en las obligaciones familiares, de recortes en recursos de protección social y en programas de igualdad, etc., sigue poniendo de manifiesto más aún, que la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres , es la lucha contra la violencia de género.
Desgraciadamente, en el próximo futuro, seguiremos asistiendo al “gota a gota” interminable de mujeres asesinadas por su pareja o expareja. Ahora en Toledo, ahora en Madrid, luego en cualquier pueblo de Castilla-La Mancha, en Alicante, en Torrevieja… Víctimas que viven, en “un constante miedo y un constante peligro de perecer con muerte violenta”, una suerte de estado de naturaleza que invalida el contrato social como pacto fundacional de la modernidad y deslegitima nuestro sistema, pretendidamente democrático.
Por ello, quizás hoy, no sea mal momento para que, además de recodar a las asesinadas, hagamos el ejercicio de poner cara, vida y sufrimiento a cada una de las mujeres (Cientos de miles, según estadísticas.) que, todavía viven acorraladas por la violencia de género, en nuestro país. Evaluemos si la respuesta institucional está a la altura de las circunstancias y valoremos hasta qué punto importa la violencia que se ejerce contra las mujeres.
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