Unas cinco mil personas se dieron cita en un recinto aislado a cal y canto ante el covid
El de ayer fue un “Día de las paellas” diferente, aunque solo en el envase, es decir lo delas enérgicas medida de seguridad para poder acceder al recinto, pasaporte covid incluido. Pero desde luego, no en el contenido, dado las ganas de fiesta “sana” que tenemos los torrevejenses y que no querían que el covid les fastidiara la cita un año más.
Desde primera hora de la mañana todo estaba dispuesto para que las 364 parcelas habilitadas, estuvieran señalizadas y vigiladas para evitar confusiones o malentendidos, comenzado a llegar enseguida los primeros grupos que se convirtieron en pequeñas colas a la hora de poder acceder con la pulsera que acreditaba su pase.
El recinto contó como otros años con un pequeño parque infantil donde los más peques de la casa pudieran disfrutar, mientras los mayores ya llevaban puesta la alegría de casa, pensando que era un logro que del “Día de las Paellas” se celebrase, y por supuesto yendo bien aviados, de todo lo habido y por haber, para hacer la mejor paella del mundo, que para eso no hacía falta concurso, como decían algunos … o “más caliente nos la comemos”, haciéndonos ver que “el que no se conforma es porque no quiere”. Tampoco se celebró el concurso de camisetas, pero la mayoría llevaban una uniformidad de “colegio de ursulinas”, “tos igualicos”.
Lo que sí es verdad que hubo voluntarios de protección civil a “cascoporro”, para que nadie se desmadrara fuera de su parcela, además de que andaban por allí varias unidades de Policía Local y Guardia Civil.
No obstante, el personal se lo pasó como en la “Fiesta de Blas”, en un día marcado por la seguridad, pero también por las ganas de fiesta y de pasarlo bien, que demostraron esas más de cinco mil personas que hicieron que nuestra fiesta más popular y arraigada siga viva un año m
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