El conocido como paraje “Lo Albentosa”, dentro del Parque Natural de la laguna de La Mata y bautizada con acierto como Área Recreativo “Eduardo Gil Rebollo”, en recuerdo al que fuera el concejal matero que más se preocupó porque esta zona llegara ser la realidad que es hoy día, es uno de los lugares donde nos refugiamos, en cada ocasión que nuestros cuerpos y nuestras mentes necesitan de un lugar donde reine la paz y la naturaleza por los cuatros costados. Un lugar del que hace algunos años ignorábamos su existencia.
Pascua de monas.
Ayer Torrevieja, tras su hermosa procesión del encuentro, celebraba su primer día de “Pascua de monas” y desde primeras horas de la mañana los “residentes” que habían hecho noche acampados en tan singular enclave, ya eran despertados por el ajetreo de los más madrugadores que llegaban para instalarse a pasar el día pertrechados de todo lo necesario para la ocasión, a saber, tumbonas, mesas, juguetes, tiendas de campaña, neveras y capazas llenas de las mejores viandas, en las que no faltaban las típicas monas de pascua, con que dar cuenta.
Ciudad de la Alegría.
Sobre mediodía, mi compañero Carrión, tuvo la oportunidad de visitar aquella verdadera ciudad, a la que podemos llamar sin temor a equivocarnos como “Ciudad de la Alegría”. Allí el mundo se había parado por un día. Aquello era como volver al pasado, un pasado sin televisores, sin bancos de esos donde cobran hasta por pasar por la puerta, sin políticos, sin asfalto y sin barreras, donde la única ocupación era descansar, divertirse y disfrutar de una pinada maravillosa.
Jugar, saltar, divertirse.
Los más pequeños se lo pasaron en grande en el parque infantil que está situado en el centro y jugando a algunas cosas que en la vida cotidiana de la ciudad es imposible de hacer en la calle, como saltar a la comba, jugar al escondite o simplemente tirarse y revolcarse en el suelo y que los padres no les digan ni mú.
Allí estaba media Torrevieja y en cada uno de los sitios por donde pasas te invitan a degustar todos los platos que tenían preparados, que saben a gloria, desde la pasta fría, las empanadillas, las ensaladas murcianas, las tortillas de patatas, o lo que se pusiera por delante.
Además en esta ocasión cuando las ganas de mear o…. aprietan, se habían instalado unos aseos “químicos”, que cuando se usan hasta emanaban perfume, ¡la leche, … vamos!. ¿Quién les iba a decir a aquel grupo de “rotarios” que iniciaron la plantación de los pinos que hoy disfrutamos, hace más de 27 años, que este rincón sería algún día, lo más parecido al Paraíso en la tierra.
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