Las reliquias de Santa Margarita María de Alacoque y San Claudio de la Colombière llenan de fervor la Parroquia del Sagrado Corazón
En una mañana, como la de ayer, marcada por la fe, la emoción y la profunda espiritualidad, la Parroquia del Sagrado Corazón se convirtió en el centro del latido devocional de toda la diócesis con la llegada de las reliquias de Santa Margarita María de Alacoque y San Claudio de la Colombière, dos de los grandes santos vinculados a la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús.
El acto de acogida, presidido por Monseñor José Ignacio Munilla, obispo diocesano, congregó a numerosos fieles, especialmente jóvenes, que participaron con alegría y recogimiento en una jornada que muchos han descrito como “un verdadero regalo del cielo”.
Reliquias que traen siglos de fe
Santa Margarita María de Alacoque (1647–1690), religiosa de la Orden de la Visitación, fue la gran mística francesa a quien Jesús reveló su Sagrado Corazón como símbolo de su amor inmenso por la humanidad. Estas revelaciones, conocidas como las “Grandes Apariciones”, fueron el origen de una de las devociones más extendidas en la Iglesia: la del Sagrado Corazón de Jesús. Margarita dedicó su vida a difundir esta espiritualidad, impulsando la adoración, la reparación y la consagración a ese Corazón traspasado que sigue latiendo por cada alma.
Junto a ella, San Claudio de la Colombière (1641–1682), jesuita y confesor de la santa, fue el instrumento providencial que validó y apoyó las revelaciones de Margarita María, ayudando a expandir esta devoción más allá del convento de Paray-le-Monial, en Francia. Su profunda comprensión espiritual, fidelidad y entrega lo convirtieron en el confidente elegido por Dios para acompañar una misión que transformaría la vida de millones.
Una acogida entre cantos, lágrimas y oraciones
La llegada de las reliquias fue todo un acontecimiento. Portadas con solemnidad y ternura por las costaleras de la Asociación del Sagrado Corazón, las urnas sagradas fueron recibidas entre aplausos, vítores y el canto vibrante del “¡Viva el Corazón de Jesús!” que resonó con fuerza en las puertas del templo. Fue un momento de alegría, pero también de íntima emoción.
Dentro de la iglesia, se rezó comunitariamente el rezo de Laudes, seguido por una meditación impartida por Mons. Munilla titulada “Las siete heridas del corazón del hombre de hoy que el Sagrado Corazón puede sanar”. Sus palabras invitaron a todos a descubrir, en medio de las heridas modernas como la soledad, la desesperanza, la pérdida de sentido o el egoísmo, la medicina del amor misericordioso de Cristo.
Un gesto de fe para toda la diócesis
El momento culminante de la jornada especial de ayer fue la consagración de la diócesis al Sagrado Corazón de Jesús, que se celebró en el Seminario de Orihuela, dentro del marco del Año Jubilar de la Esperanza. Con este acto, se buscó renovar el compromiso pastoral y espiritual de toda la Iglesia diocesana, poniendo en el centro el corazón de Cristo como fuente de unidad, consuelo y misión.
La visita de estas reliquias ha sido mucho más que un acto devocional: ha sido una semilla de renovación interior que ha tocado los corazones de muchos, especialmente de los jóvenes. Las palabras de los asistentes a la salida del templo lo decían todo: “Hemos sentido que el Cielo se ha acercado a nosotros”.
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