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Como cada vez que descubro un lugar especial y os lo cuento a través de nuestra gaceta, no he podido resistirme a invitaros a conocer un lugar qué hace un tiempo tuve el placer de descubrir. Asistíamos a la boda de unos grandes amigos, Bea y Gus y cómo es normal partimos de Torrevieja en un autobús hacia una Finca donde se celebraría el enlace. La llegada me impresionó, porque enclavado en el mismísimo corazón de la huerta de la Vega Baja, se encontraba un recinto espectacular en el que al aparcar el autobús pasamos bajo un arco en el que un cuidado camino nos llevaba hacia la entrada de un espectacular edificio, rodeado de tierras de labor que el aquellos momentos estaban realizando las habituales faenas. El edificio neorrenacentista, es la típica construcción de las casas solariegas en qué vivían los grandes terratenientes del siglo pasado con una facha única coronada con el nombre de la finca “Villa Vera”…. y allí en ese entorno ideal, Pascual Gómez, ha creado un ambiente en el que celebrar una boda es lo más parecido a entrar en el paraíso, acompañado de la persona que amas y de todos los seres queridos elegidos en ese momento. En Villa Vera, cada boda es motivo de una nueva ilusión entre todos los encargados de prepararla, porque la personalizan hasta tal punto, que crean cada matiz para cada gusto y cada persona de los que se integran en el día señalado. El recibimiento en la explanada anterior al edificio, hace la espera de la ceremonia un impasse en el los aperitivos previos a la celebración matrimonial están magníficamente cuidados en cada detalle, desde los sombreros que tienen que llevar los chicos, los abanicos, los “bocaditos”, las carnes o las bebidas, que hacen la espera mucho más agradable.
La ceremonia se celebra en un recoleto lugar dónde se dan el “Sí quiero”, tras un rito a la que cada pareja aporta su sinfonía y personalidad única. Después volvemos a la explanada central, dónde se terminan de degustar los últimos tragos de champán y los típicos lanzamientos de pétalos, burbujas y besos, para pasar al patio interior una gran explanada dónde se sitúa las mesas de los comensales y dónde todos se volvieron a unir en la cena, a la que asistir fue realmente digna de elogio, tanto en la materia prima como la preparación y en la que como siempre prepararon para los novios sus particulares espectáculos y coreografías que todos compartimos, algunas de ellas bajo una espectacular cascada de fuegos artificiales. Una vez terminada la cena la visita a las caballerizas para disfrutar de la noche levantina al son de los mejores DJs y los combinados que nos elevan al mejor ambiente post nupcial en el mejor de los lugares que se puedan elegir.
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