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Antonio Ortuño, terror y humor en dosis separadas

Ayer el Centro Cultural Virgen del Carmen acogió la propuesta escénica de la compañía Petricor Teatro “R3 YO HAGO EL MAL´´.

Álbum, pinchando sobre la foto

La obra, una adaptación del clásico de Shakespeare “Ricardo III´´ y dirigida e interpretada por el actor torrevejense Antonio Ortuño atrajo la curiosidad de un abundante público adulto sediento de teatro. De la mano de nuestro joven actor, interpretando el papel del ambicioso Ricardo, el público descubrió para su asombro que la maldad puede ser hipnótica… ¡y preocupantemente divertida!
Durante el desarrollo de la función el público quedó absorto en un silencio hipnótico sin poder apartar la mirada de un Ricardo III cuyos gestos, movimientos y palabras ejercían un misterioso magnetismo. El vil protagonista de la tragedia de Shakespeare se regodeaba extorsionando, engañando y matando a ausentes personajes que el actor dotaba de vida por medio de la mirada, la escucha y la interacción con… ¡SILLAS vacías! seis sillas que de poder sudar hubieran encharcado el escenario ante las amenazantes intenciones de un personaje que constantemente representaba para el público escenas que tienen más que ver con la vida real que con la fantasía.
La obra continuaba, el mal hizo del escenario su nido y entonces, ocurrió: Las risas…
Como si la obra se tratase de un mecanismo de precisión preparado para detonar en el momento preciso, el actor torrevejense supo aguardar hasta pillar al público desprevenido y logró arrancar del público ni más ni menos que una resonante y multitudinaria carcajada ante la truculenta idea de asesinar a uno de los espectadores presentes seleccionado por medio de un sorteo.
Aunque obviamente no se produjo derramamiento de sangre alguno, al público no le duró mucho la sonrisa al ver en este acto, como si se mirasen a un espejo, la propia malicia inocente que todos llevamos dentro. De alguna forma, aquel vil malvado hizo ver a todos que, en el fondo, solo nos preocupamos de nosotros mismos y una vez estamos fuera de peligro (porque no nos ha tocado a nosotros) podemos hasta llegar a reírnos del mal que ha caído sobre otro.
Fue aquí donde se desveló el sentido de la obra; no se trataba de una exhibición de maldad gratuita, sino de una crítica feroz y salvaje contra esta.
La obra concluyó con un catárquico aplauso por parte del público asistente y las palabras de agradecimiento del propio actor hacia Torrevieja, la Escuela Municipal de Teatro, Raúl Ferrández, Javier Pérez, Diemas Productions, el Centro Cultural y los asistentes por dar al teatro lo único que realmente es indispensable: Un público.

 


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