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Cartas al director: Intentando aconsejar…

Matías Antón Catalá

A raíz de leer todos los comentarios sobre la obra “El Regreso” y D. Manuel Bueno Rubio

Para empezar debo decir que por cuestiones profesionales, estaba volviendo de Almagro y llegue tarde para ver la obra de teatro “El Regreso”, pero conozco tanto la obra, que me la sé casi de memoria, como el antiguo catecismo que nos hacían aprender. Yo estuve allí la primera vez que Raúl intentó montarla, pues uno de los papeles fue escrito para mi padre. No pienso hablar de la obra (creo que Víctor ya la he descrito en mayor o menor medida), del espectáculo, y menos insultar a nadie. Sólo vengo a poner sobre la mesa algo que es evidente. Pensar distinto al resto, es totalmente lícito y beneficioso, no sólo para fomentar sino también para aumentar una sociedad mas crítica y plural. Pero hablar por hablar ocultándose en el hecho de estar realizando una crítica teatral es algo más grave, sobre todo por varios puntos: no se puede citar a personas y después decir que ni las conoces, ni conoces su obra y menos aún que no deseas conocerla, dicho esto, la formulación de cualquier tesis realizada anteriormente queda completamente invalidada. No es correcto usar definiciones despectivas, ni para referirse a personajes de la obra, ni a personas, solamente debe aplicarse en momentos en los que nuestra cita o la de algún autor, este formada por alguna frase hecha y siempre entrecomillada. Conociendo su cultura, o intuyendo que es usted una persona con un nivel aceptablemente alto de la misma, le hago una nueva pequeña llamada de atención, pues poner en tela de juicio, algo que es cien por cien demostrable, como es el premio recibido por esta obra, deja entrever una supuesta falta de profesionalidad y rigor científico en todo su discurso. Salvando las descalificaciones, que en todo momento pensaré que son hacia el trabajo visto – obviamente – la falta de rigor en la forma, y los errores al citar a personas, sin tan siquiera decir el nombre de la misma, para acto seguido renegar completamente, sí podremos considerarlo una crítica periodística (que no teatral) al uso. Pero, (y perdone que ahora me ponga mas visceral que en mi discurso anterior, pues debido a la forma de mi escrito, es decir, Artículo de Opinión, puedo hacerlo) cuando leo en algunos de sus comentarios, la crítica hacia otra gente, tachándolos de poco profesionales, atribuyéndose por ende tal profesionalidad, me molesta. Y lo hace especialmente por la falta de seriedad y por la grandísima falacia que es. USTED, NO ES UN PROFESIONAL, le guste o no le guste es así. Usted trabaja por las mañanas, y para ocupar su tiempo libre, escribe, lo que usted dice que es teatro a nivel amateur, y monta con su grupo amateur algunas o quizás todas las piezas que escribe, como medio de distracción, entretenimiento y deleite del alma. Me alegro, es bueno hacer eso, pues cualquier intento de representación artística no es ni más ni menos, que un llamamiento del alma, y eso es bueno, muy bueno y pienso que cuanta más gente lo haga, mejor irá el mundo, de eso también hablaba el manifiesto del día mundial del teatro escrito esta vez por Fathia El Assal. Pero no puede considerarse profesional, PORQUE USTED NO ES UN PROFESIONAL DEL TEATRO, que se recorra el mundo con sus espectáculos amateur, por cientos de países en concursos amateur, es bueno para usted, para su grupo, e indirectamente para Torrevieja. Pero exigir profesionalidad por parte de alguien que no la practica… no lo considero ético (igual me equivoco). Considérese como mucho, (pues en alguna ocasión también he leído que se ha denominado así) amante del teatro, consumidor de cultura, practicante de la puesta en escena.  Pero, y siguiendo su metáfora: se considera un estudioso de los caballos o un noble jinete, cuando en realidad en su cuadra solamente tiene un viejo asno. No dé lecciones a gente que como usted realiza un trabajo desinteresado, para disfrutar y crear una mayor cultura entre las ovejas que como usted menciona son la gran mayoría de la sociedad. No hable de los payasos como si fuera algo banal, feo o liviano. Si fuera profesional sabría que el trabajo del Clown es el trabajo más difícil de desempeñar en el hecho teatral. Por cierto el payaso tonto se llama Augusto. Haga el favor de ver esa obra como lo que es, un trabajo de escuela, un estudio de búsqueda, pero no los considere aspirantes a actores, como si en su grupo alguien al menos fuese aspirante. No piense que tener más vocabulario es cantar una canción de ESTOPA, por encima de la canción, pues no lo es. No se queje de los políticos de este pueblo, cuando ellos mismos, le han puesto a usted en un consejo de asociaciones, y cuando son ellos y no otros los que le van a permitir actuar el 8 de mayo, ¿Debería yo quejarme también sobre la falta de pluralidad en la cultura de Torrevieja?. Y antes de que me pregunte, sí yo SI SOY UN PROFESIONAL DEL TEATRO, y como vé no he querido darle ninguna lección, sino aconsejarle algunas cosas que debería mejorar para futuras intervenciones, que espero sean muchas, y muy ricas en contenidos.  Un saludo, y un abrazo a todos y todas los que como usted y como yo amamos el noble arte de Melpómene y Talía.

 


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One Response

  1. Hola Matías el aburrido. Bostezaba leyendo lo correcto que eres. Me ofende que pongas en mi boca cosas que no digo y además aborrezco, como la “profesionalidad”, pero te perdono. Amén . Pues claro que no soy un profesional! ni quiero serlo, chaval. Desde que llegué a Torrevieja, los profesionales que tu magnificas, en los distintos oficios que existen en este lugar, solo han hecho mostrarme ese lado chorizo y casposo que tu tratas de encubrir con las arenas movedizas de tu texto (textículo diría yo, porque lo has hecho con el culo, no?) En fin que no me entretengo más. Te envío algo interesante para tu formación. Ahí va. Sin rencor.

    ARE you READY, man?
    (¿Gas Natural e Iberdrola, son una banda de…… jazz?)

    A mí, la técnica, la mecánica de las cosas, del arte, de la vida en general, me deja bastante frío, me insensibiliza, me hace poner en duda muchas de las justificaciones que, avaladas por estos criterios, elevan a categoría de digeribles acciones que son realmente infumables (sí, por el cáncer que producen, si las consumes, a medio o largo plazo, efectivamente).
    Este miércoles pasado, la banda de jazz “Natural Gas” (from San Francisco, USA) hizo un alarde de profesionalidad absoluta (llevan 40 años tocando) en su presentación en el Teatro Municipal de Torrevieja. Lleno. Lleno de guiris jubilatas y un puñado de españolitos con invitación (más o menos, dicho con cariño y por abreviar).
    Entonces, surgió, espontánea y de repente, la primera pregunta intempestiva de la noche, mientras sonaban los teloneros (de Torrevieja) “All that Jazz“: ¿porqué a la mayoría de los “extranjeros” les interesa el flamenco y a los españoles de Torrevieja, se la sopla el jazz?. Mis colegas de asiento, solo me miraron (ignorándome, creo: no creo, estoy seguro) y siguieron el ritmo a los longevos músicos, que, a su bola (bolo), se divertían y tocaban lo suyo. Yo, convertido en la Mafalda de la fila 20 (esa suele ser nuestra posición habitual cuando nos regalan invitaciones), me dispuse a disfrutar de la noche también. No pude. Del todo no, quiero decir. Deben ser las pastillas, que tomo para la alergia, que me dejan el organismo un poco “inconcluyente“, no sé.
    Sigo, que en cuanto me descuido me distraigo lo mío, pues eso, que, tanto en el turno musical de los torrevejenses, como en el de los chicos (abuelos ya) de las tierras del mandarín Obama, si te dejabas llevar, pasabas de estar en un salón del “far west” (lejano oeste, pa los deste lao), a un alegre y sofisticado salón donde se bailaba “charlestone” y las chicas hacían girar sus largos collares de bolitas, poniendo cara de bobas. Ellos, encantaos, con tal de que luego todo acabara en el más libidinoso revolcón. En fin. También, en el “viaje”, pude identificar como las películas de cine mudo americanas se les añadía este tipo de jazz que nos estaban regalando para darles más “feeling“, quizás. O, no?. No sé, no sé si de verdad era esa su verdadera intención. Al menos, yo lo imaginé así. Suena medio bien esto que cuento, no?. Bueno, pues me aburrí un poco. Más que un poco: dos pocos. Sinceramente, quiero decir, que al final estaba deseando que acabara. Ya lo sé, no hay quien me entienda: buenos músicos, experiencia y tal, jazz con denominación de origen……uf!, ¿no era suficiente?. No para mí. Confieso, eso sí, que me gustó el ímpetu del pianista de la “Natural Gas”, y poco más. Los temas se montaban, en mi mente, uno encima de otro, como si fueran la misma cosa, queriendo imponerse, por repetición, mermando de esta manera la riqueza que supone la variedad en el programa de show de jazz. Y sobre todo, faltó pasión (pero, pasión a los sesenta, ¿qué estoy pidiendo?). Método había (de sobra) y técnica y…. faltaba un poco de “duende”, yastá, que dicen los gitanos. ¿Me estaré volviendo un elfo a estas alturas?
    Me ocurre en casi todas las artes (etéreas, abstractas, no científicas). Mi sensibilidad difiere de la del gran público. Luego llego a casa y me deprimo por sentirme diferente y no formar parte del TODO. Y discuto con mi otro yo, que me atiza con la razón de las cosas y el conocimiento y la técnica y la mecánica (os acordáis al principio que hablaba de esto) y me da a conocer los títulos, diplomas y experiencia de los que dicen que saben y dirigen los organismos, los programas y el país.
    Yo le contesto que ante un sentimiento no hay cordura que transforme mi blanco en negro y al revés. “No hay consuelo ante una mala crítica”, me apunta mi otro yo. “Pues a joderse y a crecer”, respondo. “Duele”, dice el otro. “Porque nos ponen a correr a destajo para ser grandes y ricos como Ronaldo, sin apenas haber leído dos libros que merezcan la pena”, le respondo. Y así hasta que nos desahogamos, nos calmamos y volvemos a mirarnos, otra vez, con estupor, cambiamos de conversación y hasta mañana.
    Para hacer las paces con mi otro yo (efectivamente soy un poco bicéfalo), le hago saber que mi crítica es “apersonal”, que no soy una bomba antipersona, no; pero que sin embargo, sí apunto, como un francotirador, atemporal, y disparo con mi crítica a todo aquel que consciente o inconscientemente intenta mantener (porque le conviene para sus intereses) un panorama existencial lleno de ignorancia, miedos y mangantes (sí, de ladrones, eso es) que nos vulgariza la existencia, nos incapacita para creer en cualquier político, nos arruina económicamente y mercantiliza y privatiza el arte, que a todos nos corresponde gozar.
    También le recuerdo (a mi otro yo) que “Torrente” sea la película más taquillera, no acusa a Santiago Segura de nada. Son los que pagan por ver la parte más sórdida de nuestras vidas los que dan el sí a una “cultura de posguerra” (vigente en muchas poblaciones españolas todavía) completamente alienante, ciega, vacía y zafia. Que embrutecer o morir, no es una buena consigna para nuestra felicidad.
    Y ahora que le tengo medio adormilao (al otroyó), por mi verborrea clandestina, paso el turno y le atizo con los programadores (sí, los que hacen los programas) políticos, financieros, culturales: ¿dónde miran a la hora de elegir “nuestros intereses”, o sea los del pueblo liso y llano, para reconvertirlo en listo y amo (de su propio destino) ?. No interesa: los que piensan solo dan problemas. ¿¿¿Las decisiones de “Nuestros Programadores” (de cerebros, se referirán?) están orientadas a llenar plazas, cuentas corrientes y teatros con la “pasta” de los futuros votantes, a cambio de que el Real Madrid-Barça (el destino lo ha querido asín, qué suerte!) se repita hasta 4 veces en un mes y los Morancos (Raphael, Manolo Escobar, Hombres G. etc) ocupen nuestras vidas con sus mantras (no pensaaaar, no protestaaaaaar, no enredaaaaar, ommm) una década más???.
    Todo esto le digo a mi otro-otro, porque se me ocurre sin más, sin proponérmelo, a veces, con soltura, sin maldad.
    Ya no lo tengo tan claro
    dónde nos robaron más:
    En la escuela, la inocencia.
    La razón en el amor.
    En el curro, la conciencia.
    Nos queda tomar el sol.

    Are you ready, man?

    Manuel Bueno
    Director de Colesterol Teatro

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