Fernando Guardiola
Eran tiempos de pandemia, cuando Víctor García Villalgordo realizó en su taller un modelo en barro que representaba a un Cristo, coronado de espinas del que todos los que solemos visitar su taller nos quedamos prendados de su belleza. En estos años Víctor García, ha ido haciendo otro tipo de obras, mientras iba dándole forma en madera de cedro tallado, estofado y policromado al óleo, a una imagen que representa un Cristo sedente de tamaño natural.
Es para mí un verdadero privilegio, cada vez que dispongo de tiempo, poder visitar el taller de Víctor, porque respira arte por todos lados. En otras ocasiones he hecho un seguimiento de algunas de sus obras, pero en esta ocasión no la quise ver hasta que no estuvo terminada.
Tengo que decir que con palabras no puedo expresar los sentimientos que me abordaron al ver una imagen de tal realismo. Te duele físicamente el alma al ver la humillación de una persona, prácticamente desnuda, coronado de espinas y con una caña en la mano … cuando vas paseando los ojos por esa obra de arte, el dolor que trasmiten esas heridas purulentas, la sangre seca, los latigazos clavados en la piel, que se abren como canales en la espalda y donde se aprecian unos moratones tan reales, que se aprecia hasta el hinchazón de la herida, hasta tal punto que no te atreves a tocar la imagen, por si le produjeran más dolor, … es indescriptible porque las lágrimas ya dejan ver poco más.
Cuando por fin me atreví a mirarlo “cara a cara”, me encontré con una mirada perdida hacia el Padre, en la que pude adivinar, no solo el dolor que siente, sino el perdón que implora, como si quisiera ofrecer a Dios el dolor que en ese momento pide. Es como si quisiera pedir que esos sentimientos sean escuchados por el Padre y no puedes nada más que sentir en ese cuerpo humillado, burlado, pero en cierto modo fuerte ante las penurias, qué amargura hemos pasado con la pandemia y ahora el desastre de una guerra sin sentido, como la invasión de Ucrania, en la que muchos hombres, mujeres y niños necesitan de ese consuelo, que Cristo parece implorar en su mirada.
La imagen de la Coronación de Espinas, es para mí la obra cumbre de Víctor García Villalgordo, una imagen que gana en la cercanía y belleza y al que he tenido el honor de poder ver de cerca y orar con él, con los ojos llenos de lágrimas, antes de que alguna Cofradía de Torrevieja o foránea lo pueda adquirir y solo poder verlo en aquel lugar que tenga la suerte llevárselo.
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Filed under: Cultura | Tagged: Cultura y Sociedad, Religión |
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