Objetivo Torrevieja

Álbum, pinchando sobre la foto (Autores. Pedro Grimao y Alfonso Pascual)

 Fernando Guardiola

El sábado pasado, fue de los que harán historia en Torrevieja. Se inauguraba un recinto, que esta llamado a ser el gran espacio que la ciudad venía demandando  para organizar,  con unos mínimos de garantía,  eventos como el que ha tenido lugar este fin de semana y que supuso una verdadera prueba de fuego. “Tirarse a la piscina”, con que la inauguración fuese a “lo grande”, en vez de hacerlo con otros de menor entidad, dice bastante a favor de los  que mueven el cotarro y sobre todo de las personas que en número superior a cien, velaron porque todo saliera, de la forma que lo hizo: con seguridad y sin incidentes a resaltar. Más de quince mil personas conformaron por unas quince horas una pequeña ciudad, en la que la música y la diversión fue una constante que hizo que los cuerpos, algunos semidesnudos por el calor, no dejaran ni un momento de bailar. Extramuros de esa pequeña ciudad, donde la gente parecía auto-organizarse en grupos, según su aspecto exterior, gustos musicales o procedencia, miles de vehículos aparcados en amplias zonas acotadas al efecto, como la explanada de la “Love” o los aparcamientos de la ciudad deportiva, formaron el macro-botellón más grande de la historia de Torrevieja. Capós abiertos, sillas de playa y sombrillas, y las sempiternas neveras repletas de bebida y botellas de alcohol. Pero, y ¡Dios me libre! de dar la razón a estas prácticas, también viene a cuento el criticar, que es ilógico que después de entrar a un recinto pagando una entrada, se cobre en las barras del interior 4 euros por un refresco o 6 por un litro de cerveza, lo que ayuda poco a erradicar esta práctica. Es más, si los que llevaban bebidas, las dejaban en su coche para salir posteriormente a consumir y pretendían salir a hacerlo, tenían que abonar 6 euros para adquirir una pulsera que les permitiera un “tráfico” fluido entre el recinto y la calle. Aunque desde luego, los comercios y bares del interior eran los perjudicados, pues creo que con cobrar la mitad, hubiesen vendido más del doble, y gracias a que el agua de la piscina llevaba algo de cloro, que si no acaban bebiéndosela, pues era el único líquido gratis que había. Así que para la próxima vez, no estaría mal unos grifos sueltos por allá o acullá y algunas duchas, pues los que tuvimos, en nuestro afán de cubrir el evento más alla de lo humanamente posible, que acercándonos a las seis de la mañana, pudimos comprobar en nuestras propias pituitarias olfativas como el “olor a humanidad”,  se podía cortar con un cuchillo. De los beneficios de imagen y económicos que esto supone para la ciudad, no seré yo el que me atreva a hacer cualquier estadística, que para ello “doctores tiene la iglesia”. Desde luego lo que si puedo asegurar, el que el sábado 11 de agosto, para los que quisimos seguir el ritmo cultural de la ciudad, será inolvidable, ya que hay que añadir a este Electromar, la verbena de los Toneles en La Mata. el fin de Fiesta de Cabo Cervera, las Fiestas del Barrio de San Roque, los Premios de Artesanía Salinera, la inauguración de pinturas de Ortuño en el Casino y el estreno de la Zarzuela “El dúo de la Africana”. y todos ello aderezado con un colapso de tráfico por los controles policiales y de la Guardia Civil. ¿Alguien da más?.  Ahora toca desmontar esa efímera ciudad, para crear un espacio nuevo, donde el día 15 los niños sean los protagonistas sobre el piso de colorines del recién estrenado espacio de conciertos.

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