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Fútbol: Burriana, 0; Torrevieja, 3 – Jueces inflexibles del descenso

C.F. Torrevieja

C.F. Torrevieja

Crónica de Antonio Sala Buades

Nos tocó esta vez el papel de «malo» de la película. Claro, que tal interpretación variará según de qué película hablemos; porque para porteños y ribarrojenses —los gandienses sí dependían sólo de sí mismos— seremos los héroes secundarios, después de que ellos hubieran cumplido con su duro trabajo. La jornada final de cada campeonato ofrece siempre el anverso y el reverso de la moneda: los que ya supieron cómo les cayó, con el debido respeto a la competición —nunca faltó en el Torrevieja—, actúan mientras se convierten en espectadores privilegiados de los acontecimientos. Los abatidos semblantes de futbolistas y directivos burrianenses eran el reflejo de lo sucedido, después de que hace unas jornadas estuvieran a muy poco de la salvación e incluso, en esta última, fueran los que se enfrentaban a un menor número combinaciones fatales. Pero los noventa minutos de juego, infestados de impotencia cara a puerta, los devolvieron a la Preferente, tras una sola temporada en Tercera División, en la que reingresaban con todas las ilusiones. Por nuestra parte, nos corresponde animarlos en el trance y desearles un rápido regreso.
En estos compromisos adquiere una especial trascendencia el estado de nervios y la manera de adaptarse de cada cual a sus respectivas apreturas. Desde muy pronto se vio que, por razones obvias, los de Joserra conservaban su espíritu eximido de agobios, mientras que los de Campos se mostraban atenazados por la responsabilidad. Aunque el empate les servía a éstos para alcanzar el objetivo, su esquema se vendría abajo en el supuesto de que encajaran un gol. La meritoria acción individual de Villanueva sumió al San Fernando en la preocupación y en la necesidad de recibir noticias halagüeñas de otros estadios. Quedaba mucho partido para restablecer la igualdad en el tanteo, pero el temido cambio de planes añadió mayor ansiedad a los locales. El testarazo de Roonan al poste empezó a avisar de que la tarde podía tomar aún peores derroteros. Tampoco atinaría Carlos Casanova en el área pequeña, en un remate forzado que atrapó Pepitiú. El Torrevieja exhibía su condición de equipo solvente con el marcador favorable, máxime cuando el contrario dilapida tan propicias ocasiones. Una situación que, a la recíproca, conocíamos demasiado bien, y de la que escapamos a tiempo para salir de cualquier lío.
Los últimos tres cuartos de hora del torneo no exigían para los salineros sino seguir custodiando el débito con los litigantes, tanto los que tenía enfrente como los que sufrían a unos kilómetros de allí. Con la primera sustitución, de uno de los centrales, Fernando Campos desplazó a Jaume al lateral izquierdo y a Roberto Jiménez al derecho, asumiendo riesgos en su intento de reforzar el ataque; luego entraría en liza Pedro Hidalgo para ayudar en la banda. Por su lado, Joserra ordenaba permutas de hombres y no de demarcaciones. Esos minutos iniciales de la segunda mitad dieron esperanzas al público de que todo se decidiera en el choque que estaban presenciando. Aunque aumentaron los merodeos, entre la defensa y el portero torrevejenses conformaban una muralla infranqueable, a lo que se añadía la carencia de puntería de los burrianenses, alarmante para sus urgencias. Transcurrían los minutos y las huestes azules, precipitadas en el remate, eran devastadas por la angustia, mientras que las amarillas iban hallando más espacios y apuntaban los primeros contragolpes. Mediado este segundo periodo, los locales encaraban la fase decisiva para no depender de otros campos. Y la fase decisiva resultó funesta para sus intereses.
Al marcar su gol el Ribarroja, era ineludible la obligación de los de la Plana Baja de hacer lo propio para salir del puesto de descenso en el que acababan de caer, además por primera vez en toda la temporada, que ya es desgracia. Quizá influyera el golpe moral o la quema anticipada de naves, la cuestión es que muy poco después encajaron el 0-2. Una de las jugadas con que Koeman se hizo acreedor al premio recibido la semana pasada, tras recibir un pase de Villanueva, comenzaba a sentenciar a los de casa, cuyo panorama deportivo se cerraba simultáneamente con el plomizo cielo, como tragados, con lentitud pero sin remisión, por un pozo de arenas movedizas. Los espectadores comprendían que, por lo visto hasta entonces, estaba en otro(s) lugar(es) la salvación, la cuerda tendida por un tercero para escapar de la trampa letal. Tampoco los golpes francos al borde del área o la expulsión de Jorge les harían atisbar una pequeña luz, porque en seguida otro zarpazo de Koeman dejaría mucho más claro el signo del partido. En el colmo de la tragedia del Burriana, ni siquiera reduciría distancias con uno de los calificados penaltitos. En los minutos postreros, todas las ansias se trasladarían al Fornás y al municipal de Ribarroja, a la espera desesperada, valga la paradoja, de un liberador tanto del Novelda o del Español. Pero no llegaría ninguno de los dos.
Prolongando menos de un minuto el choque, Lluna Olarte acortó la agonía. Ésta se consumaría en breve, con los confirmados barruntos procedentes de las citadas sedes: el Burriana era equipo de Preferente. Por lo que a los nuestros atañía, no perdiendo se salvaba el Acero; no empatando, también el Ribarroja. El Torrevieja había cumplido con profesionalidad ante un adversario que no superó su encrucijada. La liga, cruel o magnánima según quién la soporte, había dictado otra sentencia, a través de unos jueces inflexibles. Por eso no hemos podido evitar, como excepción, redactar este comentario desde la perspectiva del contrincante y de los demás afectados por la última plaza de descenso que faltaba por dirimir. Al margen de las consecuencias de la jornada final, nos queda la duda de lo que habría ocurrido si este conjunto hubiera funcionado sin tantos altibajos durante la temporada. Como eso ocupará por siempre el limbo de lo insondable, nos limitaremos a expresar, como cada año, nuestro deseo de que el próximo ejercicio futbolístico —en Tercera, que no es poco— resulte, a ser posible, menos estresante que el que acabamos de despedir. Y, si Dios nos da salud, que ustedes lo vean y nosotros sigamos contándolo.

Burriana: Juan, Jaume, Alberto Montoya (Vicen 45’), Postin, Roberto Jiménez, Víctor Albalat (Pedro Hidalgo 56’), Carlos Casanova, Víctor Rubio (David Cifuentes 71’), Manolo Chiva, Roonan y Emilio.

Torrevieja: Pepitiú, Vicente Boix, Juanfran, Rafa, Dani Meseguer, Jorge, Cuco Ros (Burguillos 56’), Manu Amores (Luis Carlos 63’), Villanueva, Gasch (José Manuel 70’) y Koeman.

Árbitro: Lluna Olarte, de Valencia, auxiliado por Carbonell Leal y Robles García. Por el Burriana, amonestó a Jaume, Manolo Chiva, Víctor Rubio y Fernando Campos (entrenador); por el Torrevieja, mostró una tarjeta a Villanueva, Vicente Boix y Juanfran, y dos a Jorge (expulsado 79’).

Incidencias: Última jornada del campeonato 2012-2013. En el descanso, se homenajeó a un equipo alevín y cuatro benjamines del Burriana, por su trayectoria durante la temporada; asimismo, la directiva local emitió un comunicado agradeciendo a la afición su apoyo y pidiendo disculpas por las decisiones que pudieran haber sido erróneas. Hasta mediada la segunda parte, y pese al primer tanto encajado, el Burriana se encontraba en puestos de permanencia; pero desde que marcó el Ribarroja pasó a los de descenso, y ya no los dejaría. Por primera y única vez esta temporada, un rival del Torrevieja ha fallado un penalti; lo cual permitió a Pepitiú permanecer imbatido en los cuatro encuentros que ha jugado con los salineros. Con este resultado y con los de otros campos, el Gandía, el Ribarroja y el Acero conservan la categoría, y la pierde el Burriana.

Goles: 0-1, 14’: Villanueva recoge un balón en el medio campo adversario, avanza hasta la frontal y ajusta el disparo raso al poste derecho. 0-2, 71’: Koeman le gana la acción en el área a Jaume recibiendo un pase de Villanueva y dispara con potencia ajustado al larguero. 0-3, 80’: Koeman remata de volea un centro al primer palo de Burguillos desde la derecha.

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