La falta de concentración, el cansancio y los problemas de sueño han acompañado a muchas personas a lo largo del último año. J. Francisco Peñalver, psicólogo de la Fundación Adiem, explica en qué consiste ese agotamiento mental que ha llegado de la mano del coronavirus
La fatiga pandémica es el resultado de estar sometido a un estrés crónico donde se produce una ruptura con nuestro estilo de vida durante un tiempo indeterminado, pero más largo de lo que nos gustaría o podemos sobrellevar. “Es como si estuviéramos conduciendo por una carretera larga en la que, cada pocos metros, hay un semáforo que siempre está en rojo. La meta parece no llegar porque ni siquiera alcanzamos a verla”, explica J. Francisco Peñalver, psicólogo de la Fundación Adiem.
Hablar continuamente de la pandemia puede ser un combustible para la fatiga. Hacemos hueco en nuestra vida a la frustración, la impotencia y a un miedo excesivo. Nos retroalimentamos y nos agotamos mentalmente, no nos permitimos ese espacio de desconexión que necesitamos.
Los despistes, la dificultad para prestar atención y concentrarse, estar a la defensiva, tener problemas de sueño, sensación de cansancio o la sobre ingesta de alimentos, pueden ser las señales de alerta que nos indican que algo no va bien.
Mantener la mente ocupada ayuda a combatir la fatiga pero, además, debemos enfrentarnos a lo que sentimos. Luchar contra los pensamientos para intentar eliminarlos conlleva un gran gasto de energía, mientras que si aceptamos la situación podemos canalizar esa energía en reinventarnos. Para gestionar ese cóctel de emociones podemos redefinir nuestros hábitos aprovechando espacios en casa para hacer actividad física, estructurando horarios o descubriendo nuevas aficiones.
“Disponemos de multitud de habilidades y capacidades para adaptarnos a cambios radicales aunque a veces nos infravaloremos y nos sintamos desbordados”, asegura el psicólogo. La prolongación en el tiempo de la pandemia es un factor que juega en nuestra contra, pero podemos mantenerlo a raya si nos cuidamos y cuidamos de los demás. De hecho, los profesionales de Adiem reciben una serie de pautas y recomendaciones en el marco de la campaña Contagio 0% para que puedan disfrutar de su tiempo tanto dentro como fuera del trabajo.
La pandemia y la enfermedad mental
Para las personas con problemas de salud mental también ha sido un reto. Ana María Escalera, usuaria de la Fundación Adiem, reconoce que ha desarrollado estrategias para sobrellevar la situación, tales como pasear o mantenerse en contacto con los suyos gracias al teléfono móvil. Sin embargo, sigue echando de menos poder abrazar sin preocupaciones. No pierde la esperanza y espera que en un futuro todo vuelva a la normalidad. “Hay gente muy humana y solidaria dispuesta a ayudar en todo momento”, comenta cuando hace balance de este año. Asegura que la pandemia le ha enseñado ser más sensible y a dar valor al aquí y al ahora.
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