Objetivo Torrevieja

Álbum, pinchando sobre la foto

VÍDEO de Miguel Ángel Maciá Machio AQUÍ

Es sobrado decir de nuevo, que algunos de los momentos en que más disfruto, en el poco tiempo libre que me deja esta Gaceta que cada día llega a vuestros móviles y ordenadores, es cuando paso por el taller de Víctor García. Entrar en él es transportarse a otro tiempo, viendo en sus paredes y estantes toda clase de imágenes, unas incompletas, otras para restaurar, diplomas con que muchas entidades han reconocido su arte, fotografías,… y siempre alguna obra en ejecución, todo ello en un “desorden ordenado”, que embelesa.
Si ya me creía que con la imagen de Jesús, ante el pueblo como Rey de los Judíos, de la que confesé me hizo llorar al ver la crueldad plasmada con la crudeza y el dolor, había llegado al máximo esplendor de su obra, hace unos meses me encontré a Víctor, tallando la imagen que hoy nos ocupa y que será difícil superar. Acabada la obra, fue verla y no pude evitar un escalofrío al ver la crudeza del castigo del hijo de Dios, plasmada con tal fidelidad, que parecía que de un momento a otro fuera a emitir un grito de dolor.

Cada año el artista torrevejense lleva a cabo una escultura sin previo encargo que pone a disposición del público de cara a su adquisición. Este año ha querido tratar el pasaje de la Flagelación de Cristo y para ello ha realizado una talla a tamaño natural de 170 centímetros en madera de cedro con policromía al óleo, por la que ya se han interesado varias corporaciones cuyos integrantes han visitado el taller de Víctor García. Los grabados alemanes del siglo 16 y varios modelos barrocos de España e Italia han inspirado una hechura de composición dramáticamente expresiva ante cuya visión, pese a que por el momento carece de grupo escultórico, casi podemos intuir la vehemencia de los brutales verdugos.
La escena de Jesús sometiéndose a su cruel destino se resuelve en diagonal, con los brazos atados a una soga en una columna baja que imita el mármol, situada a la derecha, y las piernas derrumbándose en el lado contrario, con gran dominio del escorzo por parte del autor.
El dolor, la humillación, el miedo a la muerte se transmite de forma extraordinaria en un Mesías atormentado que suda, sangra y está al borde del desmayo, de ahí la inestabilidad que adopta su postura. De este modo, al resultar más cercano que nunca, el fiel no solo se compadece de su fatalidad, sino que se identifica con un Dios que sin perder su hermosa majestad, se iguala a la humanidad por haber sido víctima atroz de una injusticia

(Textos: F. Guardiola / La Hornacina)

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