Al menos hoy no había ni rastro del tremor y lo hemos conseguido: hemos caminado, hemos corrido junto al volcán, hemos subido a su cima y al bajar hemos penetrado en su vientre y hemos encendido una luz azul en su interior.
Como estaba previsto, la Salida de una veintena de caminantes se realizó a las 10,00 horas en la falda del Carmolí, incluso Odín, un precioso pastor alemán se unió a nuestra marcha.
Quince minutos más tarde partieron los corredores, ocho valientes, desde el mismo punto. Unos rodearon el monte para ascender por su cara sur, más accesible, mientras los otros corrieron junto al mar para cruzar frente al monte y realizar la ascensión por la cara norte, algo más rocosa y escarpada.
En la cima del monte se produjo el encuentro de todos los participantes y pudimos disfrutar de las magníficas vistas que desde allí se pueden divisar: el Campo de Cartagena y sus montañas, las minas de la Unión, el Cabezo Gordo y al fondo Torrevieja, pues el día con algunas nubes no impedía que el horizonte nos brindara su espléndida mañana.
Frente a nosotros, el Mar Menor, plácido y sereno, y sus islas, hermanas plutónicas del monte que pisábamos.
Alcanzar la cima siempre es emocionante y dibuja una sonrisa en nuestras caras por eso, pese a la mascarilla de nuevo obligatoria, fue un momento de alegría, un momento para compartir y disfrutar. Los más pequeños y los más grandes anduvimos rodeando la llamada cueva del volcán, el geodésico y su cruz, tomamos aire e iniciamos el descenso hacia el mar.
Al bajar los corredores nos dirigimos hacia la antigua base militar y allí por un agujero en la montaña nos introducimos y una vez dentro, en su vientre oscuro encendimos nuestra luz azul, la luz azul que será la que nos acompañe durante el próximo año 2022 pues ese es nuestro objetivo: mantener encendida la luz azul “Siempre ON”.
Los caminantes por su parte siguieron la senda sembrada de casamatas que rodean el monte por su cara más atractiva, la que deja ver sus columnas de andesita y su cima horadada por la antes citada cueva y se encaminaron hacia la ribera del mar, hacia el pantalán de Punta Brava donde finalizaban ambos recorridos, allí en la paz del estero algunos ejemplares de jóvenes flamencos que han declinado la migración nos acompañaban, a lo mejor también eran vecinos de Torrevieja.
Una vez allí todos juntos, mayores y pequeños, cartageneros y torrevejenses, dulces y salados y Odín, de la mejor forma que sabemos, con nuestras sonrisas rosas pintadas en la cara, brindamos por el año que se va y confiamos al mar nuestras esperanzas en 2022, ese mar en el que nos hemos mirado y como a un espejo mágico le hemos preguntado… las respuestas, el tiempo pues para verdades, el tiempo.
Así ha sido nuestra última sonrisa de 2021. Con nuestra San Silvestre Centinela queríamos saldar con él una cuenta pendiente: acabar con ese tremor constante.
Al menos, el inminente, el del volcán ha cesado. El día de navidad certificaron que después de diez días, el tremor ha cesado y se da por terminada la erupción del volcán de La Palma. Un motivo para sonreír.
Ahora intentaremos acabar con el nuestro, con ese tremor interno que nos invade.
Allí estaremos nosotros, Centinelas, con nuestra luz azul encendida.
Siempre ON
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Feliz Año Nuevo.
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