Sergio Boj Bri
Doctor en Bellas Artes Técnico en Conservación Preventiva
Corría el mes de diciembre del año pasado cuando numerosos medios de comunicación se hicieron eco de que “el estudio del subsuelo del recinto histórico (de las Eras de la Sal de Torrevieja) descubre elementos que podrían formar parte de la antigua instalación salinera construida en 1776”. Los trabajos de excavación arqueológica comenzaron en octubre de 2021 y se extendieron durante varios meses, dentro del Plan de Actuación de las Eras de la Sal, en donde el Ayuntamiento había proyectado realizar un recinto multiusos, el futuro Museo del Mar y de la Sal y un paseo. Los resultados de dichas labores arqueológicas destaparon numerosas estructuras “modernas” y de escaso valor histórico según los historiadores que realizaron el estudio. No obstante, la aparición del enlosado de piedra original del conjunto histórico sí que despertó un gran interés y fue uno de los elementos a conservar y exponer, de alguna forma, en el futuro uso del recinto.
Tras dichas labores y la valoración de los hallazgos (para mí igual de importantes todos, dado que relatan la historia y evolución de la localidad), aquellos quedaron abandonados a su suerte, durmiendo plácidamente el “sueño de los justos”, expuestos a la intemperie y cuyo deterioro se hace palpable un año después de salir a la luz. Basta con observar el deplorable estado en que se encuentran dichos restos.
Todo el conjunto se encuentra plagado de vegetación. Las raíces de las plantas se introducen en ranuras y demás recovecos de muros y piedras provocando fragmentaciones. Así mismo, la vegetación retiene la humedad, de tal forma que disgrega y descompone los materiales, y favorece la aparición de colonias animales, cuyos excrementos causan manchas y suciedades.
El agua de la lluvia y el viento, que inciden directamente sobre los bienes al encontrarse expuestos directamente al aire libre sin ningún tipo de protección, está detrás del origen de cristalizaciones, escamaciones y erosiones que se están dando en superficies, incluido en aquel enlosado original que se había dispuesto a ser conservado.
Es por ello que, desde estas líneas hago un llamamiento a todas las instituciones públicas encargadas de velar por la conservación de nuestro patrimonio, frente a la dejadez y la desidia, que se tome conciencia sobre su posible pérdida y se lleven a cabo las medidas oportunas para proteger y conservar nuestro legado cultural, evitando que desaparezca.
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