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Opinión “Mi primera comunión”

“Los niños, tras la ceremonia, recorrían las calles y los vecinos y amigos les daban dinero; ellos lo guardaban en sus bolsillos, ellas en sus “limosneras”

Álbum, pinchando sobre la foto

VER VÍDEO: Canción de acción de gracias

Fernando Guardiola

El pasado domingo y a petición del vicario de la Inmaculada, Pedro Payá, tuve la oportunidad de cubrir algo que nunca había hecho en mis nueve años como reportero de “Objetivo Torrevieja”, realizar las fotos de la Primera Comunión de 17 niños y niñas de nuestra ciudad.  Mientras se desarrollaba la ceremonia, presidida por el párroco de la Inmaculada, Manuel Martínez Rocamora, muchos recuerdos acudieron a mi mente, haciéndome evocar el día de mi Primera Comunión. Entonces, por los años sesenta del pasado siglo, a diferencia de ahora, no se hacían esos cursillos de varios años que ahora se realizan, para formarlos en la fe y prepararlos a dar un paso qué es muy importante en la vida de un católico, sino que a los 6  o 7 años, como mucho, los sacerdotes iban a los colegios y preguntaban quienes estaban preparados para hacer la comunión. Recuerdo que unos días, íbamos a la Iglesia y allí el cura de turno, nos hacía una especie de examen del catecismo, nos daban una charla sobre la importancia de la comunión y nos confesaban. Luego los padres elegían el día que querían que sus hijos hicieran la Primera Comunión, casi siempre el Día de la Ascensión, o el Día del Corpus, eso sí podían hacerla libremente en cualquier iglesia y en cualquier día del año sin problema alguno. Sobra decir que, a excepción de las familias “pudientes”, que eran pocas, no se hacían casi regalos de comunión y los banquetes, por llamarlos de alguna manera, se hacían en casa, donde las mamás y las tías, preparaban, manjares, como patatas cocidas, embutido, monas, chocolate y galletas, y para los mayores, licores como Beso de Novia, Anís del Mono, o coñac Fundador. Eso sí acabado el ágape la mamá te cogía de la mano y te paseaba por medio pueblo, visitando, familiares, amigos y conocidos, que te daban dinero en unas cantidades que oscilaban entre los cinco duros y las cien pesetas que los niños metíamos en nuestros bolsillos y las niñas, en unos bolsitos que colgaban de sus aparatosos trajes que llamaban “limosneras”. Ese dinero que a veces superaba la paga de un mes del cabeza de familia, unas 1000 pesetas, se utilizaba para comprar todo el año ropa y material escolar. Cómo ven los tiempos cambian qué es una barbaridad y por supuesto que para bien. Celebrar la Primera Comunión es hoy día un evento de primer orden para cualquier familia y por supuesto, y lo que es más importante, se sigue conservando la ilusión y el amor que siempre hay en cada niño y en cada hogar … como el día de “mi Primera Comunión”.


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