Alfonso Rebollo / Ángel Pérez
Tengo por costumbre madrugar para ver el amanecer en Torrevieja. Mi ruta preferida es el Paseo Juan Aparicio. A esas horas apenas hay paseantes y suelen verse a los servicios de limpieza viaria hacer su trabajo para mantener limpia y saludable nuestra ciudad. Mi primera parada es en las piscinas naturales. Desde ese lugar privilegiado con sus vistas a la inmensidad del mar, observo salir el Sol y me dejo acariciar con sus primeros rayos.
Pero hoy ha sido diferente. Acostumbrado como estoy a ver las piscinas en buen estado de conservación y limpieza, después de haber pasado las máquinas barredoras y el personal de a pie, hoy me ha hecho daño a la vista una peculiar forma de expresión artística callejera, que lejos de ser novedosa o especialmente bonita, resulta desagradable y hasta insultante. Malgastar botes de spray de pintura solo para expresar que estás aburrido y que no tienes nada mejor que hacer que manchar las paredes para destrozar la imagen de una ciudad, es un triste indicativo de que el civismo de algunas personas brilla por su ausencia.
Recordad que los ayuntamientos usan recursos que salen de los impuestos que pagamos entre todos, para mantener limpias y razonablemente decentes nuestras ciudades, y usar estos para recomponer los desaguisados que personas aburridas y sin imaginación causan en los espacios urbanos, es malgastarlos solo para repintar estas “obras de arte urbano mediocre”.
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