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Papá, ven en tren

Estación de Ferrocarril de Torrevieja (Foto Fco.Rebollo-Blog)

Estación de Ferrocarril de Torrevieja (Foto Fco.Rebollo-Blog)

Las Eras. Francisco Sala Aniorte. Es cronista oficial de la ciudad (Publicado en “La Verdad”, el 14.1.2014) 

Recientemente el Ministerio de Fomento ha adjudicado un estudio informativo sobre la conexión ferroviaria de Torrevieja, conocido como el ‘Tren de la Costa’. La reivindicación de esta obra se remonta a hace muchos años: en el 2003 se anunciaba de que el ‘corredor ferroviario’ quizás pasaría por Torrevieja. Este proyecto podría conseguir el enlace que haría mucho más cómodos y directos los desplazamientos de millares de ciudadanos de Madrid, la zona centro y norte de España.
Ya en 1861 se intentó la construcción de un ferrocarril que, desde Cartagena, recorriera la costa hasta Torrevieja, partiendo después hacia la Vega Baja del Segura. Se trataba de un ramal servido por una máquina de vapor o por fuerza animal, llegando hasta Alicante, pasando por Callosa, Albatera, Elche y algunas otras poblaciones. La distancia de costa a recorrer sería de menos de 60 kilómetros, sobre un terreno que no presentaba apenas obstáculos físicos, pudiendo ser los rendimientos muy considerables, pues en un reducido trayecto atravesaba una comarca rica y abundante: las explotaciones mineras de Cartagena y La Unión, las salinas de Torrevieja y la Vega Baja del Segura, productora de cáñamo y variados productos de la huerta, que obtendrían rápidamente una salida, permitiéndoles competir con los mercados del interior y con los de la huerta de Valencia.
Para aquel utópico ‘Tren de la Costa’ se construyó el conocido Puente de la Glea, que todavía hoy se alza en la Dehesa de Campoamor. El trazado quedó frustrado y utilizado para la que fue llamada carretera Torrevieja-Balsicas, población esta última serviría de enlace con el resto de redes ferroviarias.
También quedó sin efecto la memoria presentada en 1865 por el Marqués de Verdier y Domingo Gallego y Álvarez al Gobierno, que incluía los estudios para la línea de Murcia a Alicante, y del ramal que, desde Almoradí, condujera a Torrevieja. Su trazado no exigía pendientes mayores del 1%, ni curvas mayores de quinientos metros de radio. Tras varias reuniones en Madrid, del ministro de Fomento y con la comisión del ferrocarril de Alicante a Torrevieja, la construcción quedó sin realizarse, no volviendo hablarse del proyecto hasta 1879, cuando una compañía trató de construir la conocida línea a vapor que partiendo de Murcia pasara por Orihuela, Bigastro, Benejúzar, Almoradí y otros pueblos, terminando en Torrevieja, siendo aprobado por la Dirección General de Obras Públicas.
Sería la Compañía de Ferrocarriles Andaluces la que, en marzo de 1883, trabajó activamente en Murcia para establecer el ramal de ferrocarril que debía de llegar a Torrevieja. En agosto, la construcción de la línea se adelantaba con rapidez; mientras miles de railes se hallaban hacinados y al puerto salinero llegaba un gran vapor con traviesas y otros materiales. En octubre comenzaron las obras de la estación de ferrocarril en Orihuela y, en ese mismo mes, llegaron a Torrevieja otros dos vapores, uno español y otro inglés, con el material para la construcción un puente de hierro sobre el río Segura y diez mil traviesas más. En diciembre, las obras se desarrollaban a un ritmo frenético teniendo graves consecuencias, ya que falleció en Torrevieja un asentador de railes a consecuencia del descarrilamiento del tres zorrillas o balancines de los que emplean los trabajadores para la conducción de materiales.
A comienzos de 1884, solamente quedaba por acabar un último trozo de catorce kilómetros, faltando sólo los perfiles de la segunda capa de Barbastro y nivelación, estando casi terminado el movimiento de tierras y piedras. Las obras de la estación de Torrevieja llegaban a su fin, únicamente quedaban enlucidos y la pavimentación del suelo, al mismo tiempo se construían las cocheras de máquinas y los andenes, y se acopiaban materiales para el replanteo de muelles y otros accesorios. En marzo, llegó a la estación de Orihuela la locomotora que debía dar servicio al ramal de Torrevieja.
Por fin, el 12 de mayo de 1884, con la asistencia del presidente del Consejo de Ministros, Antonio Cánovas del Castillo, se inauguró el ramal desde Albatera-Catral -hoy San Isidro- hasta Torrevieja en un viaje azaroso, produciéndose un descarrilamiento cerca del apeadero de Los Montesinos, teniendo que venir desde la estación torrevejense un furgón o cajón de los utilizados para el transporte de los trabajadores en donde subió toda la comitiva (obispo, alcaldes, autoridades, periodistas, políticos, nobles, etc.) que, encaramados de pie, hicieron su entrada en la estación de Torrevieja donde, después de ser recibidos por la banda de música y las autoridades locales, tras tomar un refrigerio, a las siete de la tarde regresaron a Alicante.
Aquellos trenes, desde entonces y durante cerca de cien años tardaban en llegar una eternidad y no ofrecían ni comodidad, ni velocidad, funcionaban con carbonilla y permitían a los viajeros apearse casi en marcha. Las estaciones y apeaderos, no tenían calefacción, ni aire acondicionado, ni sombraje en el que cobijarse. Mi último recuerdo de la llegada de un tren a Torrevieja fue en el verano de 1969 con la llegada del grandioso Circo Price que, después de descargar una larga hilera de vagones con la carpa, jaulas con fieras y un inmenso número de butacas, gradas y enseres, fue instalado en el Campico de San Mamés. Mítica fue la actuación de la trapecista Pinito del Oro, que me trajo el recuerdo de la película ‘El mayor espectáculo del mundo’, dirigida por Cecil B. de Mille y protagonizada por James Stewart, Charlton Heston. Después la estación cerró sus puertas definitivamente, dando lugar a un constante deterioro de las instalaciones. En octubre de aquel mismo año desapareció definitivamente el servicio de pasajeros y únicamente arribaba quincenalmente una locomotora para cargar sal.
En el verano de 1973, Renfe sorprendió a todos con un curioso anuncio publicitario. Un niño, en vez de despedirse de su padre con el tradicional «Papá no corras», le pedía: «Papá, ven en tren». Algunos malintencionados le añadían jocosos: «Aunque mamá dice que mejor no vengas». Fue la primera campaña española reivindicando el uso del ferrocarril como transporte rápido y seguro, en un intento de acabar con esa imagen que del tren se tenía desde la llegada apenas una década antes del popular Seiscientos. Viajar en tren había quedado como un medio demasiado cutre, sucio e imprevisible. Para Torrevieja esa publicidad renovadora del tren llegó demasiado tarde.
Más tarde se apostó por el transporte aéreo, queriendo colocar, como mínimo, un aeropuerto en cada provincia, viéndose recientemente que es un gran error. Ahora se ha descubierto que no hay mejor transporte que el tren, ni ninguno más ambientalmente respetuoso después de la bicicleta.


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