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Expedición a Polonia: “Adiós al Tatra con más nieve y un poco de sol”

Hoy redacta el informe diario: Azahara Casas Calderero.

Álbum, pinchando sobre la foto

Hoy nos hemos levantado a las 8:00. Y aún seguía nevando. Los bancos del jardín del hotel ya acumulan más de 30 cm. de nieve. Según ha amanecido nos han dicho los profesores que todo “con mucha calma” porque tal vez no podríamos salir del hotel en toda la mañana, aunque la previsión era que mejoraría. Al terminar de desayunar, aún nevando pero menos, y con algunos claros en el cielo, decidimos hacer una caminata para subir unos 4Km., hasta el complejo militar de Salamandra, símbolo de poder, construido en tiempos de la Primera Guerra Mundial, como centro de ocio y descanso para los altos mandos militares. Durante la II G.M. fue residencia de las S.S. y tras la guerra, en tiempos del régimen comunista, fue utilizado por las altas jerarquías. Visitamos todo el complejo situado en medio del bosque de Salamandra. Este lugar cuenta con cerca de ocho edificios, pistas de esquí, y hasta un club social llamado “discoteca Salamandra” en el interior del cual hemos estado (nos hemos colado en el edificio, porque están todas las puertas abiertas). Chema Martínez, como profesor de Historia, nos ha explicado la utilidad de esas instalación es en época de guerra y en la posterior época pro-soviética. Mientras visitábamos por dentro el club social “discoteca Salamandra”, nos ocurrió una anécdota que no olvidaremos:

“ Nos encontrábamos la mayoría de los expedicionarios dentro de este club, cuando descubrimos unas escaleras que conducían a la buhardilla, como estaba muy oscuro y no se veía nada, cogimos un móvil y pusimos la luz, para iluminar el camino, cuando llegamos arriba, se sacó una foto de grupo, pero a oscuras, y sólo salió el flash. Luego visitamos toda la buhardilla y cuando bajamos tres de los expedicionarios vimos la foto que se había sacado y nos dimos cuenta que en el lateral había una forma de cara humana, aunque cada uno sacó su propia conclusión. Y un profesor que subió a decirnos que bajáramos nos dijo que había velas de espiritismo.”

Después, fuimos al monte de Gubalowka, subiendo una cuesta empinada de unos 3Km. más, con bosques de abetos alrededor, que estaban cargados de nieve hasta arriba. En la cima de la montaña, se tiene una vista privilegiada de Zakopane y de la silueta característica del Tatra, “El Caballero Dormido”, pero hoy había aún muchas nubes y sólo se veía a ratos. Caminando por la cumbre se llega a las pistas de esquí de Szymoszkowa y Butorowy, el llamado balcón de Zakopane sobre todo el conjunto del Tatra. Tras una parada técnica para visitar las instalaciones sanitarias de un bar-restaurante, y tras tomarnos un caldo-café-chocolate calentito (en la cumbre soplaba mucho viento y estábamos a 3 bajo cero), iniciamos el descenso con la sorpresa de que iba poco a poco saliendo el sol, de modo que en los 30 minutos que duró el descenso, ya teníamos el cielo despejado y un sol estupendo.

Comimos en el hotel de nuevo la típica comida montañesa, es decir, Sopa de primero, y carne con patatas asadas al vapor de segundo. Como es domingo se le dio opción a todos los alumnos de acudir a una iglesia cercana, donde, según informaciones del antiguo espía polaco Jurek (amigo de Enrique de Villamor) había un concierto de música folklórica. Esta iglesia, esta dentro del circuito de la arquitectura de madera, ruta clasificada por la UNESCO, patrimonio de la humanidad y fue bendecida por su santidad, el Papa Juan Pablo II. Mientas que otros nos quedamos en el hotel a descansar y coger fuerzas para la segunda gran batalla de Laser Battlefield.

La batalla tuvo lugar de nuevo en los alrededores del hotel, incluyendo zonas con coches, con madera almacenada, rampas, edificios, bosques…. un entorno envidiable para todo el que le gusten los juegos de guerra en el medio natural. Las fotos y vídeos son un testimonio indudable.

Pero en el tiempo que transcurre entre la comida y la partida hacia la iglesia, los alumnos más entusiastas junto con los profesores más entusiastas (que son los dos), se pusieron a hacer un iglú junto a la puerta del hotel, que se quedará de recuerdo de nuestro paso por aquí, hasta que se derrita con la subida de temperatura.

A la hora de cenar, los dueños del hotel, por ser nuestro último día, nos sorprendieron con una parrillada gural, que consiste en un recipiente grande de hierro que se coloca sobre la nieve, y dentro se hace un gran fuego, sobre el que asamos salchichas típicas del Tatra.

Cuando Juan y Chema nos habían convocado a reunión final para organizarnos el día de mañana y el traslado a Cracovia, nos vino a visitar el dueño del hotel en el que nos hospedamos, vestido con el traje típico de estos montes, que es el del bandido (Harnas en polaco), con las indumentarias características y con sus armas. Nos hemos hecho fotos con él y le hemos entregado una placa conmemorativa de la Expedición Tatra, en nombre del Instituto y de la Ciudad de Torrevieja.

Hoy no iba a ser diferente a los otros días, nevó, hizo frío, anduvimos, nos lo pasamos genial y nos pusimos “tristes” porque nos queda poquito de este viaje tan maravilloso.


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