Joaquín Albaladejo
Concejal de Hacienda en el Ayuntamiento de Torrevieja y diputado Provincial
Nunca pensé que fuera a hacer públicas estas palabras; pero tampoco pensé jamás experimentar la sensación que me invade tras conocer el fallecimiento de doña Rosa Mazón Valero, la primera persona cuyas manos me tocaron al venir a este difícil mundo.
Ella, que nunca se irá, me impulsa a teclear estas letras. La estoy sintiendo, otra vez, treinta años después, en los prolegómenos de uno de los primeros veranos de la década de los ochenta del pasado siglo, sentada en una de las tres mecedoras de una antigua oficina de alquileres de veraneo flanqueada por Joaquín ‘El Guarita’ y por Juana ‘La Corredora’.
Fui en ese instante testigo casual, como torrevejense ausente medio domiciliado en la Hermandad de Barcelona en la Calle Balboa, en nuestra pedanía de La Barceloneta, de una conversación íntima pero de gran profundidad. Después de preguntarle a Juana cómo se presentaba la temporada de verano, doña Rosa aseveró: «Mira Juana &hellip.., escucha&hellip&hellip&hellip Guarita. Esas rocas y esa acera que vemos desde aquí agrunsandonos, tienen que ser el futuro del turismo de Torrevieja». Fue la primera a la que escuché hablar de la idea de lo que hoy es nuestro Paseo Juan Aparicio.
A continuación, tuvo conmigo, como durante toda su vida, uno de esos detalles especiales que no olvidas nunca. Abrió el bolso y me hizo un regalo espectacular para un mañaco de mi edad. Me entregó mi primera calculadora; una Casio con unos números de pantalla brillantes verdes fosforitos impactantes.
Muchos años después, allá por el año 2007, la vida, Torrevieja, Pedro Hernández Mateo y Eduardo Dolón Sánchez, me unieron en la candidatura electoral con uno de sus hijos, mi amigo Pedro Valero.
Recuerdo como si fuera ahora, tras ganar las elecciones, los minutos previos a la distribución por el alcalde de las competencias a los concejales. El orgulloso y honrado hijo de doña Rosa, me gastaba bromas al respecto de lo bien que lo iba a hacer como concejal de Policía. Yo era el ultimo en llegar y los veteranos daban por hecho que a mi me tocaría esa delegación.
Cuando el alcalde delegó en mí, entre otras, el área municipal de Hacienda, me vino inmediatamente a la mente la imagen de doña Rosa y la calculadora. Decían algunos que ya no estabas, pero nosotros sabíamos que no te habías marchado. Has sido, eres y serás, la primera mujer alcaldesa de Torrevieja.
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