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Opinión: El PSPV-PSOE de Torrevieja contra su historia

Rodolfo carmona
Concejal del G.M. socialista de Torrevieja

Decir que la agrupación socialista de Torrevieja está en el momento más importante de su ya larga historia es no decir nada que no se sepa. La encrucijada es más que delicada y requiere de altura de miras y generosidad política de todos los implicados. Decir que es hora de asumir con valentía los decisivos pasos que han de ponerse en marcha para desandar los errores que han jalonado las últimas décadas en la agrupación salinera, es algo necesario. Debe ser dicho.

A poco que se bucee en la hemeroteca nos damos cuenta de que algo no funciona desde hace mucho tiempo, demasiado, en el socialismo salinero. Una hemeroteca que nos recuerda que a nivel de elecciones generales, una mayoría de torrevejenses vota socialista. Sirvan como ejemplos de lo que digo las dos últimas votaciones generales celebradas. Pero a la hora de las municipales la historia cambia. Como si los sucesivos proyectos presentados a la ciudad no consiguieran evitar que el votante mayoritario optara por otras opciones en las que se veían mejor representados. Y esto no dejará de suceder hasta que no asumamos que la unidad de acción de todos es el único camino para lograrlo, que es necesario un líder sólido, sí, pero no sólo eso. Las nuevas reglas que rigen ahora la política, la influencia de las redes sociales, nos hablan de la necesidad de la suma de voluntades del que salga un equipo que no sea sólo la mera suma de quienes lo conforman sino que transmita fortaleza, profundidad intelectual y preparación, arropado a su vez por una agrupación local ilusionada y firme tras un proyecto atractivo para asumir el reto de gobernar nuevamente la ciudad.

No es momento de callar ni de guardar silencio. Por eso alzo mi voz como militante socialista. No para tirarle los trastos a nadie, no para buscar culpabilidades que siempre exoneran a quien emite el juicio, como si la culpa fuera exclusivamente de los otros, sino para aportar una posible solución a lo que es un problema cronificado y recurrente.

El ambiente en los últimos tiempos no ha sido es el más adecuado y el presente es un lugar jalonado de puentes levadizos que unos y otros levantan, levantamos (no nos exoneremos como juez y parte) según sople la brisa haciendo imposible trazar un camino por el que llegar a puerto seguro. Un velo de tristeza y hartazgo indisimulado se adueñó hace tiempo del militante, los simpatizantes y votantes del partido socialista de la ciudad. Esto es lo primero que se debería acometer; entender que primero hay que atemperar los ánimos, cicatrizar heridas, restañar las desconfianzas hasta convertirlas en confianzas. Puede sonar fuerte, pero lo que queda son los restos de un naufragio. Y reconstruir el barco exclusivamente con los restos que provocaron el desastre hará que sea imposible hacer que navegue. Siempre nos faltará una pieza con la que impedir una nueva encalladura. Tarde o temprano la vía de agua volverá a inundar la sentina.

Se abre un nuevo tiempo con el nombramiento de la gestora del PSPV-PSOE para nuestra agrupación. La intervención directa de José Muñoz, secretario de organización del PSPV, flanqueado por Francis Rubio, secretario de organización provincial y de Mamén San Juan, administradora provincial, es una oportunidad que si no estamos a la altura de aprovechar nos pondrá el horizonte muy cuesta arriba. Y hablará muy mal de nuestra valía para la acción política. Pero no es una tarea sencilla que no necesite del ejercicio de la toma de decisiones difíciles y de ejercer de manera activa la autoridad por parte de la gestora. Pues podemos correr el riesgo de realizar un simple ejercicio estético para salir del paso sin entrar en más honduras. Sería algo así como utilizar una pandemia como remedio de otra pandemia.

Dos vías se abren ante nosotros. La vía de continuar con la división, con el combate de gladiadores, con lo que significa de seguir con la dinámica de familias y ajustes de cuentas –la más fácil–. La que yo llamaría la vía del pasado que nos trajo a este presente. Y la vía difícil, complicada -por lo reciente de las heridas y las sensibilidades polarizadas- de buscar la unidad y dar tiempo a que el sosiego se instale. La vía que yo denomino la del sentido común.
Suele decirse, con razón, que el sentido común es el menos común de los sentidos. Y el pasado y no tan pasado de la agrupación local parece confirmar esa aseveración. Una falta de sentido común que ciega hasta el punto de que algunas voces quieren forzar cuanto antes una asamblea (sin consenso previo entre las distintas sensibilidades, que creo del todo imprescindible) porque piensan que a río revuelto ganancia de pescadores, sin querer ver que con ello la organización volverá a sufrir una fractura que le hará perder la senda del futuro. Las prisas son malas consejeras siempre y en política sobre todo. No podemos cometer de nuevo la estupidez del aquí no hay quien pacte, que caracterizó la conformación de la lista electoral y la elección del candidato, con dimisiones antes, durante y después de aprobada la lista. Un proceso de elección de candidato y lista electoral que no dejo satisfecho a casi nadie. Amén de escándalos, enfrentamientos públicos y notorios y salidas de tono de todas las partes. Un micro clima que lastró sobremanera las opciones electorales en las municipales. Consecuencias del cerrilismo empobrecedor llevado al extremo.

Debemos huir con desespero de las tácticas de quitar de en medio al que no me ría las gracias o del aquí se hace lo que yo diga, o del conmigo o contra mi. Pienso que esa opción es un profundo error y acarrearía la enésima división y probablemente un golpe mortal de necesidad a la agrupación que llevaría años superarlo.

El que no quiera pacto, sosiego, trabajo, disciplina y esperanza, debería dar un paso atrás, dejar de ser como el perro del hortelano; debería dejar de restar para que el resto comencemos a sumar por y para la agrupación, por y para Torrevieja.

Hay futuro. Y ese futuro o lo escribimos entre todos los socialistas de Torrevieja o lo único que dejaremos a los que vengan detrás será el estrepitoso olor del fracaso y la vergüenza. Que no cuenten conmigo para ese final. Para ese largo y tórrido verano de la solución que nunca llegó o que nunca se quiso alcanzar, ni antes ni ahora. Y en este punto, del no querer alcanzarla, si me exonero.

Para evitarlo, no dudaré en poner todo mi empeño. Sé de primera mano que una gran cantidad de socialistas de corazón y de cabeza están en esta misma línea: unidad, respeto mutuo, generosidad y futuro. No dejemos que ambiciones puntuales nos priven de lo que podemos llegar a construir.


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